jueves, 30 de septiembre de 2021

Conferencia del Nuncio en el congreso ACC

En su conferencia del Congreso de ACC, el Nuncio, monseñor Bernardito Auza, invitó a profundizar en la “Nueva Evangelización”

28 de septiembre de 2021

  • Aseguró que los obispos españoles en su documento Fieles al envío misionero señalan respuestas a los desafíos pastorales, que “son propuestas en el marco de la Nueva Evangelización”
  • “La primera respuesta al gran desafío de nuestro tiempo es, por lo tanto, la profunda conversión de nuestro corazón”, indica el Nuncio      

En su conferencia sobre Retos Pastorales de la Iglesia en España, pronunciada por el Nuncio de Su Santidad en la última jornada del IX Congreso de Acogida Cristiana en los Caminos de Santiago, monseñor Bernardito Auza invitó a todos los que participaron en este encuentro a recuperar el impulso evangelizador tras la pandemia del Covid, en la línea de la “nueva evangelización”, que nace en el Concilio Vaticano II y se expresa en el magisterio de San Pablo VI, San Juan Pablo II, el papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco. Es toda la Iglesia, dijo Auza, la que está “llamada siempre con mayor urgencia, en particular en las Iglesias locales de la “antigua evangelización”, como es Europa, y España en particular”, a proclamar el Evangelio, pues “la Iglesia desea continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”.

El Nuncio de Su Santidad comentó, también, que “ casi 56 años de la clausura del Concilio y de la publicación del Decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera; a casi 46 años de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, del Papa Pablo VI, acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo; y  a casi 31 años de la Carta Encíclica Redemptoris Missio, del Papa Juan Pablo II, sobre la permanente validez del mandato misionario, la Iglesia hoy nos recuerda con insistencia del compromiso misionero, siguiendo la auténtica enseñanza del Magisterio”. En este sentido, monseñor Auza aludió a la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, en la que el papa Francisco “recoge las reflexiones de la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe”.

El Nuncio aludió, además, a la crisis de transmisión de la fe que se observa “de una generación a la otra”. “Se trata”, señaló, “de una experiencia de cada familia, de cada parroquia, de cada sociedad, de cada país. Esta aquí la gran tarea y el grande desafío, porque, a los hijos y a los nietos, la fe y los valores de los padres y de los abuelos ya parecen inaceptables o, al menos, opcionales; porque el mundo y el hombre de hoy parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia, que son los bloques fundamentales de los valores religiosos y éticos de nuestros padres”.

Monseñor Bernardito Auza indicó que el reto de la nueva evangelización pasa, como dice el Santo Padre Francisco por conectar “la alegría de recibir el mensaje del Evangelio y el anuncio misionero, vinculo patente desde los inicios del cristianismo. Esta alegría brota de un corazón agradecido por los dones recibidos y por la serenidad de saber que es Cristo quien lleva adelante la barca de la Iglesia, continuando en nuestras manos su obra de salvación”.

De este modo, afirmó el Nuncio, “nueva evangelización significa encontrar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, que nos indican las necesidades espirituales de los creyentes individuales y de las comunidades de fe de hoy en día. Significa encontrar nuevas maneras de proclamar el mismo Evangelio con el fin de responder a las situaciones presentes que las nuevas formas de pensamiento y de comportamiento crean, tanto en la Iglesia como en la sociedad. Consecuentemente, nueva evangelización significa fomentar una cultura profundamente enraizada en el Evangelio en un nuevo marco, en una nueva cultura, en nuevas situaciones humanas”.

El Nuncio aseguró que “la gente y sus circunstancias, entre las cuales la Iglesia está presente, han cambiado, a veces de manera radical, y así todo un nuevo conjunto de situaciones han aparecido en nuestros días. Consideremos los cambios culturales, económicos y científicos que hemos experimentado en las últimas décadas.  La Iglesia no se puede permitir quedarse de brazos cruzados si tiene que proclamar el mismo Evangelio a las gentes de hoy que tienen contextos culturales y sociales muy diferentes que antes. Nosotros, los discípulos de Cristo hoy, no podemos ser meros espectadores si queremos vivir y proclamar el Evangelio en estos nuevos contextos. Debemos comprometernos. Y nuestro compromiso toma el nombre de “nueva evangelización”.

Proponer siempre el Evangelio

Para monseñor Bernardito Auza, “la nueva evangelización tiene como objetivo “volver a proponer” el mismo Evangelio a todos aquellos que han sufrido una crisis de fe, en particular a aquellos que han perdido su fe en lugares donde las raíces del cristianismo son profundas, pero que han padecido una seria crisis de fe debido a la secularización”, un fenómeno que se da en todo el mundo y al que, precisamente, intentan los obispos españoles dar respuesta desde su reciente documento “Fieles al envío misionero”.

En efecto, el Nuncio resaltó que “el título que, desde la organización de este IX Congreso me ha sido asignado y que acepté, – Retos pastorales de la Iglesia en España – encuentra respuesta autorizada, y obligada, en el ya mencionado Plan Pastoral que, con el título “Fieles al envío misionero”, aprobaba la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, el pasado mes de abril. Los Sres. Obispos, han realizado un diagnóstico sobre la cultura actual y han señalado y programado las prioridades de su acción pastoral para el periodo 2021-2025, en perfecta sintonía con las orientaciones del Santo Padre, el Papa Francisco, cuyo magisterio se incorpora al documento total e íntegramente”.

Monseñor Auza recordó que “en su análisis de la sociedad española, los Obispos detectan algunos de los retos principales de la Iglesia en España”, entre ellos el de “la desconfianza inherente a una sociedad liquida y desvinculada”, el del  “desafío cultural” y el de “la perdida de la salud espiritual y del sentido de la vida”.

Para superar esos retos pastorales de la Iglesia en España, dijo el Nuncio, “los Obispos identifican las prioridades pastorales, capaces de dar respuesta a los retos pastorales. Estas prioridades están movidas por la atenta escucha y estudio de la orientación y enseñanza del Santo Padre el Papa Francisco recogiéndolas y aplicándolas en el trazado plan pastoral con las características de una Iglesia en salida y en sinodalidad. En suma, son propuestas en el marco de la Nueva Evangelización. Ahora bien, la primera prioridad pasa por nuestro corazón, como dicen los señores obispos “La primera respuesta al gran desafío de nuestro tiempo es, por lo tanto, la profunda conversión de nuestro corazón”.

“La nueva evangelización es sobre todo anunciar al Señor en el testimonio de la alegría de haberlo conocido, porque Dios no es la respuesta a una curiosidad intelectual o un compromiso, sino una experiencia de amor. Y este amor de Dios no varía según como nos comportemos: es amor incondicional”, remarcó monseñor Auza.


A ASEMBLEA CONXUNTA DE BISPOS E SACERDOTES

Neste mes de setembro conmemóranse os cincuenta anos da celebración dun dos fitos máis importantes da historia recente da Igrexa española: a Asemblea Conxunta de Bispos e sacerdotes. Un encontro que, por vez primeira despois da celebración do Concilio Vaticano II, xuntou a curas e bispos para escoitarse, dialogar e abordar un proceso de discernimento respecto a como concretar a posta en marcha de toda a riqueza dos documentos que xerara o Concilio.

A teoloxía do Concilio, onde se falaba dunha eclesioloxía de comuñón desde o compartir o ser Pobo de Deus; e na que a Igrexa se presentaba como Sacramento Universal de Salvación, esixía un novo xeito de acción pastoral que necesariamente tiña que afastarse da simbiose nacional-católica que xurdira despois do triunfo dos sublevados na guerra (in)Civil de 1936/39; e da xa famosa Pastora conxunta do 1937 dos Bispos españois. O bater das ás do Espírito urxía á Igrexa española a abandonar vellos esquemas e complicidades co Réxime franquista, abrindo un horizonte de renovación eclesial.

Unha parte non pequena dos curas, cada vez con maior conciencia de estar no mundo e ao servizo dos “gozos e esperanzas, das tristuras e angustias dos homes do noso tempo…(que) son á vez os gozos e esperanzas, tristezas e angustias dos discípulos de Xesús”(GS 1) quería responder á urxencia do concilio do “aggiornamento” das Igrexas locais.

En fidelidade a esta gran profecía do documento conciliar, e buscando prestar atención “aos sinais do tempos” á que nos urxía o mesmo documento, reuníronse en Madrid, do trece ao dezaoito de setembro do ano setenta e un, representantes dos curas de todas as dioceses españolas, que foran elixidos polos seus compañeiros logo da celebración das asembleas diocesanas, para debater as cuestións que habían ser abordadas neste encontro de diálogo e discusión cos Bispos. Comezaban a poñerse os cimentos dunha acción pastoral máis libre, participativa e dialogante.

Canto alí se abordou marcou as liñas de traballo pastoral e renovación eclesial da gran maioría das dioceses españolas. E máis alá de interpretacións políticas, que tamén as houbo, o que confluíu en Madrid naquel mes de setembro, foi a forza dunha parte do pobo de Deus, os curas, buscando tender pontes de entendemento cos bispos, moitos dos cales seguían a camiñar, por interese mutuo, coas institución do Réxime franquista na súa etapa final.

Inda que moitas veces a interpretación dos contidos da Asemblea se focalizou nunha lectura, mesmo interpretación, en clave política, o que alí se debateu, no sentido máis amplo do termo, foi un novo modelo de Igrexa e da súa presenza na sociedade española, xa en permanente ebulición e ilusionada cos novos tempos que se albiscaban. Un modelo que buscaba pasar de ser elite a ser semente chamada a crecer para dar o mellor dos froitos en forma de participación, afastamento do poder e corresponsabilidade, en virtude do sacerdocio común, dos demais membros do Pobo de Deus.

A Igrexa piramidal xa non era a imaxe que mellor mostraba o cambio que en toda a Igrexa se estaba a desenvolver. España non deixaba de ser católica, pero a Igrexa rompía os muros da cristiandade para ser unha Igrexa servidora e profética, voz das persoas sen voz, ao estilo dos profetas do Antigo Testamento, reivindicando a filiación que nos fai iguais en dignidade e dereitos.

Os cincuenta anos da súa celebración e ás portas do sínodo universal sobre a Sinodalidade son ocasión para achegarnos a uns textos que nos axuden a comprender por que a Igrexa española foi puntal, anos despois, na Transición do franquismo á democracia.

Clodomiro Ogando Durán

Instituto Teolóxico de Vigo.

 

lunes, 27 de septiembre de 2021

ATRAVESANDO MONTES E MARES

A Igrexa Católica desde os comezos do século pasado, 1914, dedica unha xornada (xa a 107ª) aos migrantes e refuxiados coa finalidade de orar, reflexionar e poñer en marcha accións para apoiar, defender e acompañar ás persoas que por diversos motivos saen do seu país ou vense forzadas a fuxir por causa de conflitos, represións, guerras e falta de medios de subsistencia.

Cada pouco tempo os medios de comunicación móstrannos imaxes de refuxiados e migrantes que poñen en perigo as súas vidas para buscar un lugar seguro para vivir. Nestes momentos ocupan o primeiro plano os de Afganistán por causas ben coñecidas.

Ante a cuestión dos migrantes e refuxiados a Doutrina da Igrexa afirma claramente dous dereitos: o dereito a emigrar e o dereito a permanecer no propio país, pois é consciente que a humanidade ten que ser unha soa familia humana, xa que cando reza a oración que ensinou Xesús (Mt 6, 9) dise NOSO PAI en calquera aldea, rexión, país ou continente.

Desde esta realidade é lóxica a actitude que o Papa Francisco pide poñer en práctica a tódalas persoas e países e que resume nestes catro verbos: ACOLLER, PROTEXER, PROMOVER e INTEGRAR, pois somos membros dunha única humanidade, da única raza humana ou dito nunha linguaxe especificamente cristiá: Somos Irmáns en Cristo e Fillos de Deus Noso Pai.

Pero nas nosas sociedades isto non sucede así como denuncia o Papa na súa mensaxe titulada, “Cara a un ‘nós’ cada vez máis grande”, para este día 26 de setembro na que escribe:

“O tempo presente móstranos que o ‘nós’ querido por Deus está roto e fragmentado, ferido e desfigurado. E iso ten lugar especialmente nos momentos de maior crise, como agora pola pandemia. Os nacionalismos pechados e agresivos e o individualismo radical esnaquizan ou dividen o ‘nós’, tanto no mundo como dentro da Igrexa. E o prezo máis elevado págano os que máis facilmente poden converterse nos ‘outros’: os estranxeiros, os migrantes, os marxinados, que habitan as periferias existenciais”.

Nos estudios sociolóxicos e históricos serios vese claramente que a mestura de persoas e pobos é unha constante na historia da humanidade, sendo por exemplo moitos os pobos que se asentaron na península Ibérica ou a atravesaron cara o Norte ou Sur, o Leste ou Oeste. O mesmo pasa nos outros países do mundo. Nos mapas da evolución e expansión dos seres humanos polo planeta, vemos que a humanidade apareceu no centro-leste de África e, partindo de aí, esténdese por toda a terra. Por tanto non hai etnias claramente distintas, aínda que si rexións máis afastadas ou máis vinculadas coas diversas mobilizacións humanas na historia. 

Esta conciencia de ser unha única familia humana que recibiu un planeta para vivir nel está moi arraigada nos Padres da Igrexa, e sacan consecuencias para a vida social. Como mostra chega con esta breve pasaxe de S. Ambrosio: “A natureza produciu tódalas cousas en común para todos. Pois Deus ordenou que todo se enxendrase de maneira que o sustento fose común a todos e a terra unha especie de posesión colectiva de todos. A natureza enxendrou un dereito común e a usurpación creou o dereito privado”.

Desde o punto de vista socioeconómico os inmigrantes son un empobrecemento para o seu país de orixe e unha riqueza para o de acollida. No libro de Bricker e Ibbitson, El Planeta vacío (p. 106), afírmase que criar un neno de clase media ata os 19 anos custa 250.000 $ e logo veñen os estudios superiores. Tendo só en conta os custos ata os 19 anos cabería preguntar: ¿Canta sería a débeda contraída, e nin sequera recoñecida, que se ten polos inmigrantes adultos chegados a un país nun período de tempo concreto?

A mensaxe antes citada do Papa clama: “Estamos chamados a comprometernos para que non haxa máis muros que nos separen, que non haxa máis ‘outros’, senón só un ‘nós’, grande como toda a humanidade. (…) Todo bautizado, onde queira que se atope, é membro de pleno dereito da comunidade eclesial local, membro da única Igrexa, residente na única casa, compoñente da única familia. (…) O encontro cos migrantes e refuxiados de outras confesións e relixións é un terreo fértil para o desenvolvemento dun diálogo ecuménico e interrelixioso sincero e enriquecedor”

Así que ante calquera persoa a nosa responsabilidade e tarefa debe ser esforzarse por ser irmán de tódalas persoas.

 

Antón Negro Expósito

Sacerdote e sociólogo.

Delegado de Cáritas Diocesana de Lugo

A CRUZ, PROTAGONISTA DA HISTORIA

Non quería ser pesimista, pero sendo realista, non podo menos de recoñecer que a cruz estivo sempre presente na historia da humanidade. Cruces nos camiños e cruces nos fogares; cruces nos templos e cruces nos cemiterios; cruces sobre os ombreiros e cruces colgadas do peito das persoas; cruces como recoñecemento dos méritos e da valía dos mellores cidadáns…

Por múltiples motivos, a través dos tempos, acumuláronse os eloxios cara ás cruces de éxito, e as lamentacións lembrando os tristes acontecementos do pasado. Lembróunolo a festa da Santa Cruz, que celebramos hai uns días.

Cal é a postura máis correcta, chorar os días invernais ou festexar os días primaverais? A resposta tamén é válida no referente ás cruces da vida. Certo que o mundo é camiño de Ceo, pero non é Ceo. Valoremos o bo de hoxe, e gocemos sabendo o que de mellor nos agarda no mañá. A existencia humana comeza no berce, e prolóngase máis aló da tumba. Esta consideración é indispensable para facer unha avaliación acertada das cruces compañeiras do noso vivir.

A cruz, que era un patíbulo ignominioso no que os romanos executaban aos escravos, cambiou de signo a partir do primeiro Venres Santo. Até entón era instrumento de morte. Agora é instrumento de vida. No Antigo Testamento, era patíbulo de condenación. Agora é sinal de salvación. Na antigüidade era signo de derrota. Despois da crucifixión do Fillo de Deus, é prezo de redención. Agora ben, esta sublimación da cruz depende de quen a leve e de como a leve; porque así como non é o traballo o que dignifica á persoa, senón que é a persoa a que dignifica o traballo; así ocorre tamén coas cruces que pesan sobre o ombreiro dos homes. De igual modo, non é a cruz a que dignifica ao crucificado, senón o crucificado o que sublima a cruz na que entrega a súa vida.

A cruz é o sinal do cristián da cal nos servimos ritualmente para signarnos e santiguarnos e para bendicir obxectos, campos e santuarios. Pero, ademais de signo ritual do cristián, é tamén compañeira inseparable de todo mortal. Camiñamos á sombra da cruz ou baixo o peso da cruz ou apoiándonos nela. Un cristián auténtico é un “crucificado”. Díxoo Xesús: “O que queira vir en pos do meu, que tome a súa cruz e sígame”. No Antigo Testamento, o crucificado era un maldito; agora é un “redimido”. Agora ben, non todas as cruces son de madeira, nin todas son redentoras. Na antigüidade, os montes dos xudeus estaban erizados de cruces, e actualmente tamén o están as nosas vidas: a pandemia, coas súas múltiples manifestacións; a fame negra que sega tantas vidas por falta de pan; a soidade, a persecución, a inseguridade social… son múltiples cruces das que colgan incontables crucificados. Pero, repito, non todas son redentoras. A súa virtualidade redentora non depende do seu tamaño nin da súa materialidade. O primeiro Venres Santo, escalaban o monte Calvario tres axustizados, cargados con senllas cruces. Seguro que todas eran da mesma madeira e do mesmo tamaño; con todo, só unha delas era redentora. Teñámolo en conta, e preguntémonos se non equivocariamos o noso labor moitos cristiáns, dedicándonos a fabricar cruces, no canto de afanarnos por ser redentores.

As cruces ofrécenolas a vida. Poñamos da nosa parte, unha actitude redentora, unindo os nosos pequenos ou grandes sacrificios, aos do Señor, que coa súa heroica xenerosidade, redimiunos a todos.

Indalecio Gómez Varela

Cóengo da Catedral

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

MÚSICA Y FE

El libro de los Salmos canta la excelencia de la música: “¡Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa”. Y san Pablo exhorta: “Cantad y tocad con toda el alma para el Señor”. También la tradición viva de la Iglesia testimonia el aprecio por la música; una estima que brota de la fe. Recordemos un texto de san Agustín: “Cuando recuerdo las lágrimas que derramé con los cánticos de la Iglesia, y lo que ahora me conmuevo cuando se cantan con voz clara y modulación convenientísima, reconozco de nuevo la gran utilidad de esta costumbre. Apruebo la costumbre de cantar en la Iglesia, a fin de que el espíritu se despierte con el deleite del oído”. El espíritu y la sensibilidad no pueden ser separados en una religión que tiene como fundamento la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo de Dios.

Se dice, con razón, que la afinidad entre las artes y la religión – y, en nuestro contexto, entre las artes y el cristianismo – constituye un hecho reconocido y estudiado por los grandes pensadores. No puedo resumir en poco espacio la historia del pensamiento al respecto. Me conformo con evocar un recuerdo personal: la participación en las XIII Jornadas de Teología fundamental, desarrolladas en Barcelona del 7 al 9 de junio de 2007, con el título “Belleza y Teología fundamental”. Se trató de unos días de reflexión en los que el binomio “música y fe” estuvo muy presente. Baste evocar las tres principales ponencias. La primera, desde una perspectiva filosófica, corrió a cargo de Eugenio Trías: “Arte y belleza en la frontera de lo racional”. La segunda, desde un horizonte artístico-teológico, le correspondió a Jordi-Agustí Piqué: “Música y teología”. La tercera ponencia, desde la óptica teológico-fundamental, a Elmar Salmann, “El trasfondo ‘irracional’ de las razones de la fe”.

En el fondo de las tres ponencias se podía captar la necesidad de atender a la razón fronteriza, que limita con la sensibilidad, con las emociones y con las pasiones. La música desempeña este papel mediador, puesto que traspasa los umbrales de la conciencia, a la vez que muestra afinidad con las matemáticas o con la astronomía. También la fe se mueve en este terreno, el de la razón simbólica – o sacramental -, que incluye el logos – la razón -, pero sin separarlo de la estética, de los sentidos, de la percepción e incluso de la imaginación.

Para un católico, entre las referencias básicas de su fe, además de la Escritura y de la tradición, está el oficio del magisterio de la Iglesia, confiado al papa y a los obispos, cuya misión es interpretar, con la autoridad derivada de Cristo, la Palabra de Dios, transmitida en la Escritura unida a la tradición. Desde 1903, fecha de un importante “motu proprio” de san Pío X, el magisterio de la Iglesia ha publicado 253 documentos sobre música. Un número tan elevado de textos indica la relevancia que el magisterio eclesial reconoce a la música, profundamente vinculada a la liturgia y a la teología. Estos documentos son recogidos en la obra “Cantate Domino. Antología de documentos de la Iglesia sobre música desde 1903” que ha publicado la Comisión Episcopal para la Liturgia de la Conferencia Episcopal Española (Madrid 2021).

Óscar Valado Domínguez (Vigo 1981), sacerdote de la archidiócesis de Santiago de Compostela, músico y doctor en Teología, es el director de esta antología. Valado, estudioso de García Morente, ha contribuido con diversas publicaciones al estudio de la relación entre música y fe (tanto desde la perspectiva litúrgica como teológica). Con esta Antología hace una aportación de primer nivel. Los documentos de cada pontificado – desde el de san Pío X al de Francisco – son contextualizados con la ayuda de sendas introducciones escritas por diversos especialistas (entre ellos, Daniel Goberna Sanromán, prefecto de música de la catedral de Tui; el ya fallecido musicólogo José López Calo; y el organista de la catedral compostelana, Manuel J. Cela Folgueiras). Unos cuidados índices completan el volumen.

Como ha dicho el papa Francisco, la música sacra ayuda “a la asamblea litúrgica y al pueblo de Dios a percibir y participar, con todos los sentidos, físicos y espirituales, en el misterio de Dios. La música sacra y el canto litúrgico tienen la tarea de donarse en el sentido de la gloria de Dios, de su belleza, de su santidad que nos envuelve como una nube luminosa”.

Guillermo Juan Morado.

Sacerdote diocesano y director del Instituto Teológico de Vigo

 

A ESPIRITUALIDADE CRISTIÁ

A espiritualidade é un proceso que, segundo Von Balthasar, protagonízase en tres etapas: A autoestima da propia persoa como valor creado; a actividade do individuo para realizarse como persoa; a pasividade do crente, para deixarse realizar baixo a acción do Espírito Santo.

Nas dúas primeiras etapas, subxace un puro humanismo valorándose o home como home e créndose capaz de realizarse como persoa, aínda que sen poder conseguilo plenamente.

A misión do cristián non se limita a crerse un súper valor con capacidade para configurar unha sociedade conforme aos seus criterios terreos. A nosa vocación é a de construír un mundo segundo o plan de Deus. Para iso necesitamos un referente, e tal referente é Xesucristo, que nos di: “Aprendede de min que son manso e humilde de corazón”. Xesucristo é home e é Fillo de Deus simultaneamente. Como home, faise o noso modelo para que sexamos auténticas persoas, e como Fillo de Deus, dános o exemplo para que aceptemos a vontade do Pai e encarnémola na nosa vida cotiá. Xesús vive un proceso de obediencia ao Pai. A súa obediencia ao Pai é o nuclear da súa condición de fillo. O ser fillo é o fundamento da súa espiritualidade e o modelo do noso comportamento.

A afiliación de Xesús é un proceso, con catro momentos fundamentais: A Encarnación; o seu Bautismo; a proclamación do Reino, e a súa Resurrección.

Nos tres primeiros momentos deste proceso, a actitude de Xesús foi pasiva: foi concibido por obra e graza do Espírito Santo; cando o bautizou Xoán no Xordán, abríronse os ceos, e o Espírito descendeu sobre El en forma de pomba, e, movido polo mesmo Espírito, convocou aos Apóstolos para proclamar o seu Reino.

Tras a resurrección, a postura de Xesús faise activa. Funda a Igrexa, na que actúa dinámicamente para levar a feliz termo a súa misión salvadora, en cumprimento da vontade do Pai. Isto ten que ser motivo de inmensa gratitude para nós. Despois da nosa desobediencia, o amor de Deus vestiuse hábito de misericordia na persoa de Xesucristo. Dieus non ten outra posibilidade de amarnos que a de ser misericordioso. O home pode deixar de ser fillo de Deus, pero Deus non pode deixar de ser o noso Pai, e a porta pola que bole o seu amor cara a nós, é o corazón do seu Fillo. Cristo é a porta santa, a porta xubilar de todos os anos Santos. Entremos por esta porta neste ano xubilar, e atoparémonos con Xesús, “canon” da nosa espiritualidade, na súa dobre vertente de obediencia ao Pai e de entrega aos homes; e cheos de xúbilo, como peregrinos, vaiamos pregoando por todas partes, que todos somos amados intensamente por Deus.

Isto cústanos crelo, xa que o noso amor resultoulle moi caro ao Señor, e no noso haber, non temos fondos para corresponder, pero Xesús dinos: “Vide e bebede todos del porque o amor do meu corazón é gratuíto para todos”; tratade de amarvos uns a outros, como vos amo eu, e con isto, xa me considero ben pago.

Indalecio Gómez Varela

Cóengo da Catedral de Lugo

 

LUX. LAS EDADES DEL HOMBRE

Como un devoto fiel –pues lo he convertido ya en tradición personal–, he acudido también este año a la vigésima quinta edición de las Edades del Hombre, que bajo el vocablo latino ‘LUX’ se alberga hasta el 19 de diciembre, en Burgos, Carrión de los Condes y Sahagún.

Aunque reconozco que mi declaración es de forofo empedernido, la presente exposición como las anteriores vale igualmente la pena, desde la consideración tanto artística como pedagógica, pues se ha enmarcado en la celebración del VIII Centenario de la Catedral de Burgos y del Año Santo Compostelano 2021-2022.

Esta vigésima quinta edición de la muestra se desarrolla en tres provincias y cinco sedes expositivas, ejemplos de la arquitectura románica, mudéjar y gótica: la Catedral de Burgos; las iglesias de Santiago y Santa María del Camino, en Carrión de los Condes (Palencia) y el santuario de la Peregrina y la iglesia de San Tirso, en Sahagún (León). Los templos escogidos son preciosas arquetas que dan cobijo a las numerosas piezas de escultura y pintura, perlas sueltas que van explicitando la idea fundamental de la muestra.

La figura protagonista del relato expositivo de “Lux” es la Virgen María. A ella le han sido dedicadas muchas de las grandes catedrales como la burgalesa homenajeada e igualmente entre nosotros la de Tui y la concatedral viguesa. Por otra parte es destacadísima la presencia de la Virgen en tierras castellanoleonesas y especialmente a lo largo del Camino de Santiago, que es el segundo de los elementos esenciales de esta nueva edición de Las Edades del Hombre. Ambos componentes se encuentran además íntimamente unidos, pues en el transcurso del camino se encuentran numerosísimas iglesias, ermitas y monasterios con advocación mariana y que son testigos de la destacada importancia de la Virgen en la historia de la fe de la Iglesia y de muchos pueblos españoles, tierra de María.

La muestra que se inicia en la Catedral de Burgos, remozada y resplandeciente más que nunca hasta ahora en el octavo centenario de su primera piedra, acoge siete capítulos de la exposición ‘LUX’ reuniendo alrededor de 120 obras llegadas de catedrales españolas, que buscan en una muestra genuina de cultura y arte, desarrollar la idea de Fe y arte en la época de las catedrales (1050-1550). Tras un preámbulo titulado Nuevos tiempos, nuevos cambios, le siguen otros capítulos sobre la historia y el significado de las catedrales como cátedras y sedes del magisterio del Obispo, a la vez que signo de la iglesia militante en la tierra que camina como iglesia doliente en el tiempo en busca de la luz eterna: Episcopalis Sedis, Obispos y Cabildo testigos de la luz, Los grandes protectores, Ecclesia Militans, Dolens Ecclesia, A la espera de la luz definitiva, Triumphans Ecclesia y Maeistas Domini, Maiestas Mariae…

En Carrión de los Condes las iglesias citadas albergan ‘LUX’ en tres capítulos: Ave Maria, Tota Pulchra y Virgo et Mater, con medio centenar de obras maestras del arte, entre otros de Pedro Berruguete y de su hijo Alonso, Diego de Siloé y Felipe Vigarny, además de otras obras medievales de gran mérito artístico y religioso. En Sahagún, la exposición se refugia en dos templos iconos del arte mudéjar: en ellos se admiran con gozo y pasmo alrededor de 50 obras de arte, agrupadas en dos capítulos bajo los nombres de Mater Misericordiae y Salve, Regina. 

Por las circunstancias sanitarias, han tenido la agudeza de hacernos peregrinar por la muestra, en absoluto silencio e individualmente, bajando al móvil propio una aplicación con código QR —o si no es factible con audioguía personal e higienizada—, que te hace disfrutar, sin molestias externas, de unos textos muy bien elaborados tanto en las referencias artísticas como teológicas y catequéticas. Todo un baño de cultura y espiritualidad, que no impide otros disfrutes: de la naturaleza, la arquitectura, el camino jacobeo o incluso de la gastronomía ancestral con babero y buen yantar, por ejemplo, en el mesón templario de Villalcázar de Sirga tan próxima a la Frómista natal de nuestro san Telmo…

¡Qué bueno sería que a las cinco diócesis gallegas se les ocurriese inventar una fundación semejante como escuela de evangelización que, a través del aprecio por la belleza y el arte bien explicados, contribuyese a aumentar la formación y la cultura incluso religiosa, de la que están ayunas tantas gentes de nuestro tiempo!

 

Mons. Alberto Cuevas F.

Sacerdote y periodista