Entre finales de enero y la primera semana de febrero el Papa ha dedicado un espacio de sus discursos para analizar diversas actitudes divinas. En este rincón nos vamos a detener en lo que ha dicho sobre la cercanía.
La cercanía, es una de esas “cosas de Dios” que se manifiesta en una gran diversidad. El Papa estos días se ha centrado en:
– La cercanía permite sumar, permite avanzar y convertir en positivo aún las situaciones más trágicas. Y dice el Papa. La transformación desde lo negativo a lo positivo es uno de los aspectos esenciales del misterio de Jesucristo. Cristo culminó su pasión y muerte en la cruz, en un sacrificio de salvación para todos. Lo hizo gracias al amor de su Padre, rico en misericordia y nos lo presenta tangible en la Eucaristía, dónde sabiendo que le aguardaba, dio gracias al Padre sobre el pan y el vino, para donarnos el sacramento de su sacrificio.
– La cercanía está abierta al diálogo en primer lugar con Dios por medio de la oración, en segundo lugar, con el prójimo. La cercanía nos obliga a salir de nosotros mismos en un éxodo desde nuestro ego hacia el otro mediante un diálogo en radical apertura al otro. Y esto es propio de Cristo, que se hizo hombre, para abrazar los dramas, las preguntas y esperanzas de una humanidad sufriente siempre en busca de la paz.
– La cercanía nos lleva a la colaboración y esta a compartir conocimientos y experiencias prácticas.
– La cercanía nos lleva a la fraternidad y esta aporta soluciones, concita voluntades, da testimonio de que el amor, la fraternidad y el verdadero humanismo que nace de la fe vence al odio, al rechazo y a la brutalidad. Y dice el Papa; la Sede de Pedro ha estado siempre atenta a las vicisitudes de todos los pueblos, a sus esfuerzos y sus dificultades por conseguir una vida mejor, buscando que alcancen la paz que el Señor prometió a sus discípulos (cf. Jn 14,26–27).
En definitiva, ser cercano es una actitud divina que estos
días el Papa ha querido recordarnos a quienes queramos escuchar.