lunes, 31 de agosto de 2020

Xesús predicou o Reino de Deus e veu a Igrexa

       Esta reflexión tiene como punto de partida el tema del último número de Iglesia Viva, ¿“Todavía el Reino de Dios”?, y quiere ser un recuerdo de un gran testigo del Reino de Dios: Pedro Casaldáliga.

       Desde una perspectiva lingüística hacer referencia al Reino de Dios parece que está fuera de lugar, puesto que para todo lo relativo al reino y a la monarquía, sobre todo en nuestro país, no corren tiempos propicios; pero desde el punto de vista bíblico tiene su significado y contenido propios, y, creo, que hoy día se puede aplicar con todo su vigor y amplitud de significado.

       Jesús de Nazaret, siguiendo la tradición veterotestamentaria, emplea el término “Reino de Dios”, pero, como explicó a Poncio Pilato, su reino no es de este mundo, es decir, no tiene la estructura de poder como los reinos del mundo, porque, aunque se trate de un reino, no hay poder, sino amor, siendo Dios el epicentro del mismo, y la relación de Dios con sus “súbditos” viene marcada por el amor, la comprensión y la misericordia y éste es el mismo principio que ha regir la relación de los miembros del reino entre sí. En este reino no impera la ley, la norma o la autoridad, sino la libertad, el amor, la comprensión y la misericordia.

       La comunidad humana que configura el Reino de Dios, y era la pretensión fundacional de Jesús de Nazaret, se integra en torno a unos valores éticos propuestos en las bienaventuranzas, en la parábola del samaritano, en el llamado “juicio final”, etc., cuyas coordenadas son el amor y la misericordia. Se trata de una vivencia tanto personal como comunitaria que se relaciona verticalmente con Dios y con los demás en su horizontalidad. No hay leyes o normas externas que marquen ce por be lo que se debe hacer en cada momento, puesto que “el sábado está hecho para el hombre” y no al revés. Así lo entendió y así lo practicó la Iglesia primitiva de Jerusalén, cuando, según el relato de los Hechos de los Apóstoles, permanecían juntos, en comunidad, unidos en la oración y en la fracción del pan y no había necesitados entre ellos, porque todo lo ponían en común.

       Cuando el Reino de Dios se institucionaliza sin más, se convierte en Iglesia, como dice A. Loisy: “Jesús predicó el Reino de Dios y vino la Iglesia”. La estructura institucional es necesaria en todo quehacer organizativo humano, pero no puede ser el epicentro hasta el punto de desbancar a la vivencia personal y comunitaria, a la libertad personal y comunitaria, al estar todo controlado por la norma y la ley. Como advertía el profeta Isaías ( Is 2,1-5) la norma viene del templo, que es tanto como decir del clero, de la jerarquía. El Reino de Dios se convierte en Iglesia y ésta en “sociedad perfecta”, en un Estado; una sociedad política más, controlada por el poder y por la ley, y si es dictatorial, mejor, abandonando así las exigencias de ese Reino.

       No llegó a buen puerto el intento de san Agustín de Hipona de identificar Iglesia y Reino de Dios en su De civitate Dei, menoscabando, sobre todo, el concepto de Reino de Dios, como lo evidencia la Historia de la Iglesia y del Papado a través de los tiempos; tiempos de cismas, de cruzadas bélicas, de poder político y religioso (el papa mediante el llamado “poder de las dos espadas”, como ya reconocía a finales del s. V el papa Gelasio I en su carta al emperador Anastasio, controla el poder político y el religioso), de anatemas de herejes y de doctrinas (como ocurría en los Concilios, en el anecdotario del Vaticano II se recoge la extrañeza de los obispos españoles porque no se proponía ninguna condena de doctrina y no se declaraba ningún dogma), de Syllabus condenatorios de asuntos sociales, políticos, religiosos… Es conmovedor, a este respecto, el testimonio del teólogo francés Y. Congar (la lista de testimonios sería larguísima), que recoge en sus Diarios, y que soportó tres “exilios” impuestos por el poder vaticano y por su Orden de dominicos como consecuencia de sus reflexiones teológicas, al parecer, contrarias a las posiciones “oficiales”: “Acepto a Dios, su visita… No acepto a la Gestapo… No tengo derecho a sacrificar el servicio a la verdad”.

       Con el reduccionismo del Reino de Dios a la Iglesia, éste pierde su vitalidad y la Iglesia se transforma más en Estado, en sociedad política, que en comunidad de creyentes en el Cristo resucitado. La Iglesia, católica por supuesto, no es el Reino de Dios; éste es un concepto más amplio y comprensivo, como cuando se decía que fuera de la Iglesia, católica por supuesto, no hay salvación, doctrina que corrigió el concilio Vaticano II. Ahora bien, la Iglesia ha de asemejarse al Reino de Dios, puesto que es factor importante para que Dios reine en el mundo y para ello ha de asumir los paradigmas de dicho Reino: más amor y misericordia y menos leyes y normas; más acogida a los pobres, a los emigrantes y refugiados, a los oprimidos, a los sin techos… y menos riquezas y propiedades; más disponibilidad de servicio y menos exaltación de poder y mando, como recomendaba san Bernardo de Claraval a su amigo el papa Eugenio III: “Te dejas agobiar por toda clase de juicios sobre toda suerte de cosas exteriores y seculares; sólo te oigo hablar de juicios y leyes; todo ello, y las pretensiones de riquezas y de prestigio, proviene de Constantino, y no de Pedro“.

       La Iglesia como motor imprescindible para llevar a cabo el Reino de Dios en la tierra ha de eliminar otro reduccionismo enormemente dañino y perjudicial para la propia Iglesia: considerar el Reino de Dios como algo escatológico, situarlo en el más allá. Los valores éticos y religiosos del Reino de Dios pertenecen a la historia y no se pueden aplazar al final escatológico. Es una contradicción que clama al cielo que la Iglesia pretenda transformar la realidad histórica desde el pietismo, desde la fe sin más: lo único que importa es la relación personal con Dios sin tener en cuenta la realidad que nos circunda. La fe es don, pero también es tarea, un quehacer liberador y transformador de la realidad que no se ajuste a los valores éticos del programa de la Bienaventuranzas. Como sugiere I. Ellacuría, el Reino de Dios supera la dualidad entre lo personal y lo estructural, entre ética social y ética individual, pero no es sólo cuestión de fe, sino también de obras, de praxis configurada por el evangelio de Jesús de Nazaret.

O Papa invita aos cristiáns de todo o mundo a unirse para o #TiempoDeLaCreacion

 La iniciativa se desarrollará del 1 de septiembre al 4 de octubreLa Iglesia celebrará la Jornada Mundial de Oración por la Creación el próximo 1 de septiembre

El Tiempo de la Creación es una época para renovar nuestra relación con el Creador y toda la creación a través de la celebración, la conversión y el compromiso juntos. Durante el Tiempo de la Creación, nos unimos a nuestras hermanas y hermanos de la familia ecuménica en oración y acción por nuestra casa común.

 El Patriarca Ecuménico Dimitrios I proclamó el 1 de septiembre como día de oración por la creación para los ortodoxos en 1989. En efecto, el año de la Iglesia Ortodoxa comienza ese día con una conmemoración de cómo Dios creó el mundo. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) fue fundamental para convertirlo en un tiempo especial, extendiendo la celebración del 1 de septiembre al 4 de octubre.

Tras el Patriarca Ecuménico Dimitrios I y el CMI, los cristianos de todo el mundo han acogido este tiempo como parte de su calendario anual. El papa Francisco hizo oficial la cálida bienvenida de la Iglesia Católica Romana al Tiempo de la Creación en 2015.

 En los últimos años, los líderes religiosos de todo el mundo han formulado declaraciones en las que animan a los fieles a dedicar tiempo a cuidar de la creación durante este mes de celebración. Este periodo comienza el 1 de septiembre, con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y termina el 4 de octubre, en la fiesta de San Francisco de Asís, el santo patrón de la ecología amado por muchas denominaciones cristianas.

 A lo largo del mes de celebración, los 2.200 millones de cristianos del mundo nos unimos para cuidar de nuestra casa común.

 EL TEMA DE ESTE AÑO: JUBILEO POR LA TIERRA

Cada año, el comité directivo ecuménico sugiere un tema para armonizar la celebración de las comunidades cristianas en este tiempo. Para el Tiempo de la Creación 2020, el tema sugerido es “Jubileo por la Tierra”: Nuevos ritmos, nueva esperanza”.

Este año, en medio de las crisis que han sacudido nuestro mundo, hemos descubierto la urgente necesidad de sanar nuestras relaciones con la creación y entre nosotros.

 Este año, durante este tiempo, entramos en un período de restauración y esperanza, un jubileo para nuestra Tierra, que requiere formas radicalmente nuevas de vivir con la creación.

Los cristianos de todo el mundo aprovecharán esta época para renovar su relación con nuestro Creador y con toda la creación mediante la celebración, la conversión y el compromiso.

 El Tiempo de la Creación de este año es un momento para considerar la relación integral entre el descanso de la Tierra y las formas de vida ecológicas, tanto en lo económico como en lo social y político.

 Este año en particular, la necesidad de sistemas justos y sostenibles ha sido revelada por los efectos a gran escala de la pandemia mundial de COVID-19.

 Como seguidores de Cristo de todo el mundo, compartimos un papel común como custodios de la creación de Dios. Nos regocijamos en esta oportunidad de cuidar de nuestra casa común y de nuestras hermanas y hermanos que la comparten.

 En este enlace puedes contactar con la Delegación Diocesana de Justicia, Paz e Integridad de la Creación.

A parroquia non é so relixión, é algo co que a xente se identifica moito.

 


Óscar Santiago, arcipreste da Terra Chá, cre que as unidades pastorais son consecuencia lóxica dos cambios na sociedade

Lonxe quedan os tempos en que cada parroquia tiña o seu crego. Diminúen as vocacións e medra o traballo dos sacerdotes, aínda que tamén se tentan artellar medidas que respondan á situación actual. O bispado de Mondoñedo-Ferrol está a desenvolver un proxecto de creación de unidades parroquiais, agrupando o traballo dos curas.

 Dende hai anos funciona a de Vilalba; comeza a dar os primeiros pasos a de Castro de Ribeiras de Lea, e está prevista a de Guitiriz-Begonte. Óscar Santiago, arcipreste de Terra Chá e párroco dos concellos de Guitiriz e de Begonte, cre que cómpre decatarse das novas circunstancias.

 -Se se fixeron concentracións parcelarias, hai que facer tamén concentracións parroquiais?

-Si e non [ri], salvando as distancias. Por unha banda, hai falta de vocacións; por outra, Galicia ten moitas parroquias. Somos poucos curas, e hai que concentrar. É algo que pasa en toda a sociedade, non só nas zonas rurais: o plan de unidades pastorais inclúe toda a diocese [de Mondoñedo-Ferrol]. Cómpre concentrar recursos para dar a mellor atención posible.

 -Entende a xente estes cambios?

-Creo que para a xente de máis idade é máis difícil de entender. Dende o punto de vista cultural a parroquia é unha unidade básica. Agora, quizais haxa que facer o esforzo e ir á misa a outra parroquia, e iso custa algo máis. Para algunha xente, é un esforzo ir á misa doutra parroquia.

 -A parroquia é algo presente na vida da xente, non lle parece?

-Si. Non é só algo eclesiástico. A parroquia non é só a relixión; ten a súa estrutura, é algo co que a xente se identifica moito. A xente fala da súa parroquia... O concepto de unidade pastoral contrasta un pouco con esa idea, pero é lóxico.

 -Haberá receos entre parroquias?

-Creo que non. O que se debe facer, dentro das posibilidades, é non abandonar as parroquias. Os enterros e os cabodanos deben facerse, se é posible, en cada parroquia. Unha cousa é que os cultos dominicais non cheguen a todas as parroquias; pero outras celebracións -as primeiras comuñóns, por exemplo- deberían manterse.

 -Pérdese relación social?

-Si. Haberá que crear comisións. O cura non pode estar presente en todas parroquias. Hai que ir pouco a pouco, pero téntase fortalecer o papel dos laicos.

 -Como cambia o traballo dun cura con tantas parroquias?

-Andamos un pouco apurados nas fins de semana; pero o importante é o contacto coa xente, que saiba que o cura está aí para o que faga falta. É imposible chegar a todo o mundo. Antes o cura coñecía a toda a xente; agora é complicado, porque alguna xente só a ves cando vas celebrar unha misa.

 -Mantense coma antes a relación entre o cura dunha parroquia e os veciños?

-Si. Hai xente que me ten invitado á súa casa. Cando podo, vou. Ás veces, remata a misa e saio con algo de présa; pero a misa é un lugar de encontro para os veciños.

 A media de idade dos párrocos chairegos supera os setenta anos. Óscar Santiago Sanmartín ten 48 anos e é un dos cregos máis novos da comarca da Terra Chá. Son poucos os dunha idade algo semellante á súa e moitos os que teñen máis anos. Santiago comenta que a idade media dos párrocos chariegos anda polos 74 anos, e engade que ese dato axuda a explicar con certa claridade a necesidade de crear unidades pastorais.

 Lembra que o bispo de Mondoñedo-Ferrol xa se foi reunindo con veciños da Terra Chá para comentar os cambios previstos. A unidade pastoral de Guitiriz e de Begonte terá parroquias deses dous concellos. A de Castro de Ribeiras de Lea incluirá parroquias pertencentes a Castro de Rei, a Outeiro de Rei, a Cospeito e a Pol, e estará atendida por tres sacerdotes.

 

Fonte: La Voz de Galicia

Tempo de creación, do 1 de setembro ao 4 de outubro

 O Tempo da creación é un tempo para renovar xuntos a nosa relación co Creador e toda a creación a través do arrepentimento, a reparación e o gozo.

 Historia

 En 1989, o patriarca ecuménico Dimitrios I dos ortodoxos, estableceu o 1 de setembro como a xornada de oración pola creación. Desde entón, anglicanos, luteranos, evanxélicos e cristiáns reformados acolleron este tempo como parte do seu calendario anual.

O Papa Francisco fixo oficial a cálida benvida da Igrexa católica ao Tempo da creación en 2015 e segundo palabras do Pontífice: “Este é o tempo para habituarnos de novo a rezar inmersos na natureza, para reflexionar sobre o noso estilo de vida, para emprender accións proféticas que orienten o planeta á vida, no canto de conducilo á morte”

 Enfoque do Tempo da creación

 Durante o Tempo da creación unímonos aos nosos irmáns da familia ecuménica en oración e acción pola nosa casa común.

 Este ano, no medio das crises que sacudiron o noso mundo, comprendemos a urxente necesidade de sanar as nosas relacións coa creación e entre nós.

 Datas importantes

 O Tempo comeza o 1 de setembro, coa Xornada Mundial de Oración polo Coidado da Creación, e termina o 4 de outubro, na Festa de San Francisco de Asís, o santo patrón da ecoloxía amado por moitas denominacións cristiás. Ao longo deste mes de celebración, os cristiáns de todo o mundo uniranse para reparar e restaurar os lazos que nos sanan. E comprométense a formas radicalmente novas de vivir coa creación.

 "e outra que ve vir o futuro que nos espera" isto vai ser o que nos espera a curto prazo...........