Aunque no se note y muchos ni se enteren o ni lo sepan. Es
más noticia en los medios el comienzo del Ramadán que el inicio de la Cuaresma.
Eso sí, celebraremos y hasta prolongaremos las fiestas del carnaval, pero de la
Cuaresma, por lo general, ni idea.
Tres palabras, tres actitudes resumen tradicionalmente estos
40 días que acabamos de iniciar, un año más, para prepararnos a la Pascua:
orar, ayunar y dar…
Orar para buscar más a Dios en nuestras vidas, aunque nos
resulte con frecuencia un “Amigo difícil” de entender y hasta de aceptar. Las
cosas materiales, aquello que podemos controlar y en cierto modo dominar y
poseer no nos llenan el corazón. Solo Dios, en el misterio de su persona y de
sus designios, nos aporta plenitud y sentido a través de su Palabra.
Ayunar. No solo de alimentos apetecibles. También de cosas
prescindibles, de hábitos que no nos ayudan para nada, de comodidades que nos
amodorran y nos vuelven pasivos ante las necesidades del otro. Ante la obsesión
consumista que provoca necesidades artificiales, nos olvidamos de lo esencial,
acabamos insatisfechos y nuestra vida termina vaciándose de sentido.
Y dar. O lo que es lo mismo: compartir. Es la consecuencia
de lo anterior. Cuando vamos cayendo en la cuenta de que “solo Dios basta”.
Cuando le vamos tomando gusto cotidianamente a hábitos más austeros y nos
sentimos mejor
…, entonces uno se “descentra”, es decir: sale de sí mismo y se
abre solidariamente a los demás.
Este es el camino que ha de recorrer el creyente para estar
atento al “paso” - a la pascua - del Señor por nuestras vidas.
Publicado: 02/03/2020: 15