lunes, 9 de abril de 2012

Mensaxe do Papa no Domingo de Pascua

Na mañá do Domingo de Pascua de Resurrección, o santo pai Benedicto XVI presidiu a santa misa do día no adro da praza de San Pedro do Vaticano, a cal tivo un cheo total.
Na celebración, que se abriu co rito do "Resurrexit" --a apertura da icona do Resucitado--, participaron fieis romanos e peregrinos de diversas partes do mundo con ocasión das festas pascuais.
O papa non pronunciou a homilía, porque rematada a misa proseguiu coa bendición "Urbi et Orbi" e a Mensaxe pascual, a cal reproducimos a continuación.

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero:

«Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza» (Secuencia pascual).

Llegue a todos vosotros la voz exultante de la Iglesia, con las palabras que el antiguo himno pone en labios de María Magdalena, la primera en encontrar en la mañana de Pascua a Jesús resucitado. Ella corrió hacia los otros discípulos y, con el corazón sobrecogido, les anunció: «He visto al Señor» (Jn 20,18). También nosotros, que hemos atravesado el desierto de la Cuaresma y los días dolorosos de la Pasión, hoy abrimos las puertas al grito de victoria: «¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!».

Todo cristiano revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida: el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad. He aquí porqué la Magdalena llama a Jesús «mi esperanza»: porque ha sido Él quien la ha hecho renacer, le ha dado un futuro nuevo, una existencia buena, libre del mal. «Cristo, mi esperanza», significa que cada deseo mío de bien encuentra en Él una posibilidad real: con Él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena, eterna, porque es Dios mismo que se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra humanidad.

Pero María Magdalena, como los otros discípulos, han tenido que ver a Jesús rechazado por los jefes del pueblo, capturado, flagelado, condenado a muerte y crucificado. Debe haber sido insoportable ver la Bondad en persona sometida a la maldad humana, la Verdad escarnecida por la mentira, la Misericordia injuriada por la venganza. Con la muerte de Jesús, parecía fracasar la esperanza de cuantos confiaron en Él. Pero aquella fe nunca dejó de faltar completamente: sobre todo en el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche.

 En este mundo, la esperanza no puede dejar de hacer cuentas con la dureza del mal. No es solamente el muro de la muerte lo que la obstaculiza, sino más aún las puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia. Jesús ha pasado por esta trama mortal, para abrirnos el paso hacia el reino de la vida. Hubo un momento en el que Jesús aparecía derrotado: las tinieblas habían invadido la tierra, el silencio de Dios era total, la esperanza una palabra que ya parecía vana.

Y he aquí que, al alba del día después del sábado, se encuentra el sepulcro vacío. Después, Jesús se manifiesta a la Magdalena, a las otras mujeres, a los discípulos. La fe renace más viva y más fuerte que nunca, ya invencible, porque fundada en una experiencia decisiva: «Lucharon vida y muerte / en singular batalla, / y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta». Las señales de la resurrección testimonian la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la misericordia sobre la venganza: «Mi Señor glorioso, / la tumba abandonada, / los ángeles testigos, / sudarios y mortaja».

Queridos hermanos y hermanas: si Jesús ha resucitado, entonces – y sólo entonces – ha ocurrido algo realmente nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. Entonces Él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en Él, porque el resucitado no pertenece al pasado, sino que está presente hoy, vivo. Cristo es esperanza y consuelo de modo particular para las comunidades cristianas que más pruebas padecen a causa de la fe, por discriminaciones y persecuciones. Y está presente como fuerza de esperanza a través de su Iglesia, cercano a cada situación humana de sufrimiento e injusticia.

Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos. En particular, que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria, encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos. Que la victoria pascual aliente al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo. Y, en Tierra Santa, que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.

Que el Señor, vencedor del mal y de la muerte, sustente a las comunidades cristianas del Continente africano, las dé esperanza para afrontar las dificultades y las haga agentes de paz y artífices del desarrollo de las sociedades a las que pertenecen.

Que Jesús resucitado reconforte a las poblaciones del Cuerno de África y favorezca su reconciliación; que ayude a la Región de los Grandes Lagos, a Sudán y Sudán del Sur, concediendo a sus respectivos habitantes la fuerza del perdón. Y que a Malí, que atraviesa un momento político delicado, Cristo glorioso le dé paz y estabilidad. Que a Nigeria, teatro en los últimos tiempos de sangrientos atentados terroristas, la alegría pascual le infunda las energías necesarias para recomenzar a construir una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de sus ciudadanos. ¡Feliz Pascua a todos!

LECTURAS


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

PRIMEIRA Feit 10, 34a. 37-43
PROCLAMACIÓN DA PALABRA RECOLLIDA NO LIBRO DOS FEITOS DOS
APÓSTOLOS
Temos comido e bebido con el despois que resucitou de entre os mortos

Naquel tempo tomou Pedro a palabra e dixo:

Vós sabéde-lo que pasou en toda a Xudea, comezando desde Galilea, despois do bautismo que Xoán predicou: como Deus unxiu con Espírito Santo e con poder a Xesús de Nazaret, que pasou facendo o ben e curando a tódolos que estaban asoballados por Satán; pois Deus estaba con el. E nós somos testemuñas de todo o que fixo no país dos xudeus e mais en Xerusalén. Matárono, colgándoo dun madeiro. A este resucitouno Deus ó terceiro día e concedeulle que se deixase ver, non de todo o pobo, senón das testemuñas escollidas de antemán por Deus: nós que comemos e bebemos con el, logo de que resucitou de entre os mortos. E mandounos que predicasemos ó pobo e atestemos que el é quen foi constituído por Deus xuíz de vivos e de mortos. El é de quen tódolos profetas dan este testemuño: tódolos que crean nel recibirán polo seu nome o perdón dos pecados.


SALMO RESP. Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23
R/ : Éste é o día que fixo o Señor;
exultemos e alegrémonos con el.

Ou: Aleluia

 
Louvade o Señor porque é bo,

porque o seu amor é eterno.

Que o diga a casa de Israel:

o seu amor é eterno;


a dereita do Señor é poderosa,

a dereita do Señor é valente.

Non hei morrer, vivirei

e cantarei os feitos do Señor.


A pedra que desbotaron os canteiros

convértese en pedra angular.

Isto é cousa do Señor,

admirable feito á nosa vista.



 
SEGUNDA Col 3, 1-4
PROCLAMACIÓN DA PALABRA RECOLLIDA NA CARTA DE SAN PAULO APÓSTOLO ÓS COLOSENSES
Buscade as cousas de alá enriba, onde está Cristo
 
Irmáns e irmás:

Se resucitastes con Cristo, buscade as cousas de alá enriba, onde Cristo está sentado á dereita de Deus; arelade o de arriba e non o da terra. Vós morrestes e a vosa vida está agachada con Cristo en Deus. Cando se manifeste Cristo, que é a vosa vida, daquela tamén vós vos manifestades con El revestidos de claridade.


Ou tamén: 1 Cor 5, 6b-8
PROCLAMACIÓN DA PALABRA RECOLLIDA NA PRIMEIRA CARTA DE SAN
PAULO APÓSTOLO ÓS CORINTIOS
Purificádevos do vello fermento, para serdes unha masa nova

Irmáns e irmás:

¿Non sabedes que un pouco de fermento leveda a masa toda? Purificádevos do vello fermento, para serdes unha masa nova, coma pans ázimos que sodes. Pois o noso año pascual, Cristo, xa foi inmolado. Fagamos, logo, a festa pero non con fermento vello nin con fermento de malicia e perversidade, senón con pan ázimo de pureza e de verdade.


SECUENCIA
Victimae paschali laudes, p. 449.


ALELUIA 1 Cor 5, 7b-8a:

Foi inmolado Cristo, a nosa Pascua;

así que celebremos festa no Señor


EVANXEO Xn 20, 1-9
PROCLAMACIÓN DO SANTO EVANXEO SEGUNDO XOÁN
É necesario que resucite de entre os mortos

O día primeiro da semana María a Magdalena foi ó sepulcro moi cedo, cando aínda era escuro, e viu que a pedra do sepulcro estaba quitada. Botou a correr e, chegando onda Simón Pedro e onda o outro discípulo a quen amaba Xesús, díxolles:

-Colleron do sepulcro ó Señor, e non sabemos onde o puxeron.

Pedro e mailo outro discípulo saíron correndo cara ó sepulcro. Corrían os dous á par.
Pero o outro discípulo correu máis lixeiro ca Pedro, e chegou primeiro ó sepulcro.
Abaixándose, viu que estaban os lenzos, pero non entrou. Entón chegou tamén Simón Pedro, que o seguía, e entrou no sepulcro. Viu os lenzos pousados alí. Pero o sudario que envolvera a súa cabeza, non estaba cos panos, senón á parte, enrolado noutro lugar.
Entón entrou tamén o outro discípulo, que chegara primeiro, ó sepulcro; viu e creu.
(Pois aínda non entenderan que, conforme a Escritura, era preciso que resucitase de entre os mortos). Entón os discípulos voltaron para a casa.