29 de mayo de 2022. Solemnidad de la Ascensión del Señor
FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
La fiesta de la Ascensión es la oportunidad que se ofrece al
creyente para alegrarse por su rey: se alegra Israel por su creador, los hijos
de Sión por su Rey (salmo). La Iglesia celebra el triunfo de su rey, de su
cabeza, de su amigo. Y se siente en fiesta. Pero además contempla este misterio
como el gran empuje de su misión evangelizadora por el mundo, tan necesitado
del evangelio porque es el único que puede dar respuesta a sus interrogantes. Y
se siente renovada en su esperanza teologal que le invita a dirigir sus pasos
hacia lo difícil y arduo, pero posible, porque Dios anda por en medio con su
bondad, fidelidad y poder. Y, en el centro, Jesús glorificado que sigue en
medio de nosotros hasta el fin del mundo.
MONICIÓN DE ENTRADA
Sed bienvenidos, hermanos y amigos. Os deseamos paz y
alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia católica
celebra este domingo la solemnidad de la Ascensión del Señor, el retorno de
Jesús al Padre. Antes de ascender Jesús vuelve a prometer que enviará su
Espíritu Santo. Después, bendice a sus discípulos y sube a la gloria del Padre
iniciando su ministerio de intercesor. A partir de entonces los discípulos ya
no verán a Jesús… pero los demás deben ver a Jesús en ellos y a través de
ellos. A partir de la Ascensión, esa es nuestra misión: ser transparencia de
Cristo, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. Seguros de la
presencia del resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y
celebremos con gozo nuestra acción de gracias.
TEXTO DEL EVANGELIO (LUCAS 24, 46-53)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Así está
escrito que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y
se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las
naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros seréis testigos de estas cosas.
Mirad, voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte
permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto».
Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los
bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado
al cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con
gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
REFLEXIÓN: "LA ASCENSIÓN, MOTIVO DE ENORME
ALEGRÍA", POR JAVIER LEOZ
1.- Hace mucho tiempo que, Dios, se presentó en la tierra
con ropaje de peregrino: -Unos intuyeron su presencia y otros, lo esperaban tan
endiosado, que escasamente se hicieron eco de sus palabras o se apercibieron de
su huella. -Vino ese peregrino con la misión de hacernos comprender, vivir y
creer que no estamos solos; que Dios camina, muy especialmente, de aquellos y
con aquellos que saben hacer de su tiempo y de su vida una ofrenda a los que
lloran o a los que claman voz ante tanta injusticia. -Caminó ese peregrino como
quien sabía que iba a encontrar corazones abiertos y dispuestos a lanzarse por
el surco que, previamente, había abierto para llegar desde el cielo hasta la
tierra con el ideal cristiano -Unos, miraron tan adentro del misterio, que
pronto encontraron los signos de Dios sin más pruebas que la adhesión por la
fe. -Otros se quedaron al margen de todo y pidiendo milagros, pruebas y hasta
el carné de identidad o la credibilidad de aquel que curaba, resucitaba,
animaba, reconfortaba o predicaba.
2.- La Ascensión del Señor.- -Jesús se va por la misma senda
por la que vino pero cargado con los dolores de la humanidad entera. Nació en
el silencio de la noche en Belén y se marcha dejando los ojos empañados de
aquellos que vivieron sus horas bajas y altas, pequeñas y grandes, de muerte y
de gloria -Sube pero, se lleva consigo, el drama de este mundo nuestro que
parece más obcecado en vivir en las cloacas de la infelicidad que en el ascenso
a los valores que son fermento de superación y santidad -Asciende, el Señor,
pero no nos deja solos. Nos quedan muchos rasgos de su personalidad y de su
entrega. Deja palabras y gestos que, ni los tiempos más difíciles, lograrán
eclipsar y mucho menos aún triturar -Se eleva, el Señor, ante el asombro de
aquellos que nunca lo hubieran dejado marchar. Es la hora de la madurez. De
iniciar el apostolado sin el cómodo paraguas del Nazareno que evitaba
angustias, chaparrones a tiempo y destiempo, saciaba estómagos agradecidos o se
enfrentaba con diligencia, inteligencia y contundencia al poder establecido.
3.- La Ascensión del Señor.- El peregrino vuelve tras sus
pasos pero es consciente de la riqueza de la semilla que ha ido dejando a un
lado y a otro. Es la hora de la militancia activa. De dejar que se haga cuerpo
y realidad misteriosa esa iglesia sometida a tantos bandazos y falta de
credibilidad; es el momento de sentirnos fuertes con el Espíritu; es la jornada
obligatoria de pasos decididos para todo aquel que haya sentido el paso y el
peso especifico de Jesús de Nazaret.
4.- La Ascensión del Señor.- Hoy, esta festividad, sigue
teniendo el brillo y el esplendor de la Pascua de la Resurrección. El Señor no
se va ni se desentiende: ¡confía y espera! -Confía en nuestro dinamismo y en
nuestra inquietud misionera. Los brazos cruzados nunca han sido los mejores
amigos en aquellos inicios evangelizadores de hace 2000 años ni en la misión
que, ahora mismo, nos preocupa. Hay que saltar hacia el cielo para que la
soledad no nos sacuda…y hay que sembrar en la tierra para que el mensaje de
Jesús no sea una simple idea plasmada en un antiguo y noble recetario.
- Espera en nuestra esperanza. Todo se multiplicará por mil,
si lejos de dejarnos atrapar por el virus del pesimismo o del desencanto, entendemos
y comprendemos que la fe exige riesgos y vértigos, audacia y valentía, despego
e intrepidez, ascensión al cielo para recoger fuerzas y descenso al lugar de
los vivos para llevar el aliento del Dios vivo. Jesús, por qué no decirlo,
espera y trabaja con aquellas personas que saben ir contracorriente; que no se
casan con lo que el mundo vende y da por bueno; con aquellos hombres y mujeres
que saben, en definitiva, que el Reino de Dios, no será precisamente
comprendido ni entendido por los que quieren una vida a su antojo y a su
medida.
5.-La Ascensión del Señor.
- Y me gusta soñar que, este Misterio de su Ascensión, es un
adelanto de lo que existe detrás de aquella puerta que separa la tierra y el
cielo cuando se lucha trabajando y creyendo. Viviendo y soñando para resucitar.
Resucitando y abriendo los ojos para contemplar la Gloria que Dios nos ha
prometido. La Ascensión del Señor, nos enseña que la plenitud es ni más ni
menos vivir eternamente felices con Dios. - Hoy damos gracias a Dios por los que
comunican el valor de su Palabra.
- Por los que hacen visible el cielo obrando el bien en la
tierra.
- Por los artistas que, a través de sus obras, nos hacen
gustar la belleza de Dios.
- Por los músicos que nos invitan a preparar aquel cántico
que un día, todos estamos llamados a interpretar como alabanza a Dios en el
cielo.
-Por los que, siendo testigos de Jesús, preparan la futura
casa del cielo haciendo más habitable la tierra.
-Por la Iglesia que es ese faro que nos guía (aunque algunos
la emprendan a pedradas contra ella) invitándonos a no perder de vista la
fuerza que viene desde la otra orilla. Hoy, el día de la Ascensión, es un
motivo de alegría: ¡ahí tenéis mi obra! ¡Yo os ayudaré desde el cielo!
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por el papa Francisco, para que con la fuerza del
Espíritu Santo, de la que ya es testigo, siga conduciendo con esperanza a la
Iglesia hacia la segunda venida de Cristo. Oremos.
2. Por los que gobiernan las naciones, para que también
puedan dirigir su mirada hacia el cielo, de donde viene toda autoridad, y
gobiernen con justicia y equidad. Oremos.
3. Por los más necesitados de este mundo, especialmente los
que viven alrededor nuestro y que muchas veces ignoramos, para que por Dios
sean consolados y por nosotros auxiliados en sus necesidades. Oremos.
4. Por quienes este día celebramos la solemnidad de la
Ascensión del Señor, para que Dios nos permita ser testigos también del
Pentecostés que nos levante y nos haga anunciar con fuerza y valentía que
Cristo vive. Oremos.
ORACIÓN
La Ascensión del Señor, es el triunfo que nos espera.
Es la seguridad que nos acompaña.
Es el cielo que nos dinamiza.
La Ascensión del Señor, es llamada a superarnos.
Tesón en nuestros ideales cristianos.
Fortaleza frente a las adversidades Ilusión ante el desencanto.
La Ascensión del Señor, es garantía de futuro.
Es ciudad de puertas abiertas.
Es un sitio que aguarda Es misión cumplida en la tierra.
La Ascensión del Señor, es búsqueda de lo de arriba.
Es compromiso activo aquí y ahora.
Es motivación para trabajar con las manos en la tierra.
pero poniendo el calor del corazón en el cielo.
La Ascensión del Señor,
es saber que el Señor ha pasado,
que el Señor ha triunfado
que el Señor reina y, además, eternamente.
La Ascensión del Señor
es intuir que él aguarda sentado,
siendo confidente y amigo, compañero
y hermano a la derecha de Dios Padre.
La Ascensión del Señor
no es final trágico de una vida,
no es final oscuro de una película,
es puerta que se abre para, en el cielo,
tener una mano oportuna y amiga.
La Ascensión del Señor
es la corona que Dios pone a Cristo después que,
los hombres, pusiéramos en él aquella otra de espinas.
La Ascensión del Señor
es saber que Jesús vive en el cielo pero se desvive,
en el cielo, por nosotros. Amén.