martes, 30 de junio de 2015

Sobre a clase de Relixión

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A revista ECCLESIA publica un interesante un editorial sobre a clase de relixión, que queremos compartir cos lectores.
En las últimas semanas, numerosos obispos de las diócesis españolas han dedicado su habitual carta semanal a la clase de Religión Católica, invitando, en concreto, a los padres a que ejerzan su derecho y apunten a sus hijos a esta asignatura. Dependiendo de comunidades autónomas, los plazos de matriculación para el próximo curso expiran con los últimos días de junio o los primeros de julio, según niveles educativos. La legislación vigente española establece el deber de los centros educativos a ofertar esta asignatura —con sus otras variables confesionales y su alternativa— y la libertad de los padres para decidir al respecto.
El 63,5% de los alumnos (ECCLESIA, número 3.772, página 9) cursaron esta materia escolar este último año. Y ello a pesar de tantas trabas y de la marginación objetiva —horarios, horas lectivas, desconsideración a la materia y a sus mismos docentes, climas de opinión...- que experimenta, incluso cada vez más, el tratamiento concreto de la asignatura.
¿Cuáles son las razones para apoyar la clase de Religión? La primera es porque se trata del ejercicio de un derecho, no de acogerse a una concesión gratuita o un privilegio obsoleto y discriminatorio. Todo lo contrario: lo discriminatorio, lo sectario, lo antidemocrático, lo ran-cio, obsoleto e injusto es la campaña sistemática contra esta asignatura. Ofertar la dase de Religión no es ningún atentado a la laicidad o aconfesionalidad del Estado. Y sí que lo es la negación práctica, vía denigración, vía cercamiento, vía acoso, del derecho del padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas, tal y como lo sancionan la Declaración Universal de los Derechos Humanos (articulo 26, 2 y 3) y la vigente Constitu-ción española (artículo 27, 3).
La clase de Religión —de la religión que sea— no va contra nadie, ni contra nada. Ni excluye tampoco el derecho de quienes no quieran acudir a ella. La clase de Religión, en cualquier caso, educa en la convivencia, el respeto, la justicia, y la solidaridad, en valores auténticos e imperecederos y en la responsabilidad ética y moral. Potencia el valor del trabajo, del orden y de la educación en calidad.
La dase de Religión presenta la figura del personaje más fascinante de la historia, del «autor» de la mayor y más fecunda y duradera de las revoluciones: Jesucristo. El progreso, la libertad, la solidaridad, el desarrollo integral y los derechos humanos han crecido y crecen más y mejor en el mundo y en la historia y el presente de la humanidad allí donde el mensaje de Jesucristo ha tenido y tiene mayor acogida.
La clase de Religión Católica ayuda a descubrir la verdad del hombre y el sentido de la vida; valora el alcance de la dimensión transcendente y religiosa de la persona; apuesta por la dignidad humana y el respeto a lo diverso y a lo plural; apoya y aúna libertad y responsabilidad; defiende, fundamenta y promueve el conocimiento y el diálogo entre diversas religiosas y tradiciones culturales.
En un país como España, tan inmensamente rico en patrimonio cultural y artístico, la clase de Religión Católica es indispensable para la comprensión de nuestra historia, arte y tradiciones. Como han escrito recientemente los obispos de la provincia eclesiástica de Madrid, «las fiestas religiosas y patronales, las catedrales, el camino de Santiago, el arte y la literatura de nuestro país... tantas y tantas expresiones culturales, artísticas y sociales, presentes en nuestra vida cotidiana, no pueden ser entendidas y valoradas adecuadamente sin tener en cuenta sus raíces cristianas». Y a todo ello ayuda y sirve la clase de Religión.
Si la educación ha de estar siempre abierta a la vida y a las vidas presentes y futuras de los alumnos, la dase de Religión enseña contenidos, realidades y valores cargados de fuerza transversal e interdisciplinar. Es, por decirlo de otro modo, una siembra, una semilla para la entera existencia humana y para afrontar las distintas vicisitudes, no siempre fáciles, de esta.

Y, sin embargo, de todos es sabido que se ridiculiza, cuestiona y obstaculiza esta asignatura. ¿Por qué? En otra reciente carta semanal, el obispo de Guadix se pregunta: «A quién estorba la Religión en la escuela? ¿Es un problema ideológico? En ese caso, ¿por qué no respetar las ideas del otro?, ¿acaso los padres creyentes son menos contribuyentes que los que no los son?».