13 de marzo de 2022, festividad de santa Cristina
"Es precisamente la oración de Jesús la que nos
permite echar un vistazo al misterio profundo de su persona"
TRES CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA
1. Siembra y cosecha. “La Cuaresma nos
invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la
belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no
estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”. v “La
llamada a sembrar el bien no tenemos que verla como un peso, sino como una
gracia con la que el Creador quiere que estemos activamente unidos a su
magnanimidad fecunda”. v “Un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos en
nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más
pequeños gestos de bondad
(…). En Dios no se pierde ningún acto de amor, por más pequeño que sea”. v
“Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del
beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad,
introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de
Dios”.
2. ‘No nos cansemos de hacer el bien’.
“Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros
mismos es una ilusión peligrosa”. v “El ayuno corporal que la Iglesia nos pide
en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado”. v “La
Cuaresma es un tiempo propicio para buscar a quien está necesitado; para llamar
a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar a quien
sufre la soledad”.
3. ‘Si no desfallecemos, a su tiempo
cosecharemos’. “En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia
de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El
ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda”. “Que la Virgen
María, en cuyo seno brotó el Salvador nos obtenga el don de la paciencia y
permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de
conversión dé frutos de salvación eterna”.
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos y amigos! Bienvenidos a esta celebración. Que el
Señor se fije en cada uno de nosotros y nos conceda su paz.
En este segundo domingo de Cuaresma, domingo de la
Transfiguración del Señor, la liturgia nos invita a renovar nuestra amistad con
Dios. Se nos presenta a Dios celebrando con su amigo Abraham un pacto de
amistad eterna, donde ambos se declaran dispuestos a entregar su vida por esta
alianza.
Jesús, en oración, en pleno trato de amistad con el Padre,
deja entrever a los apóstoles que el sentido de su vida es cumplir a cabalidad
aquella antigua promesa de amor, y les descubre la belleza y la gloria de vivir
esa amistad.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora entre
nosotros, pongámonos de pie para darle gracias al Padre bueno.
TEXTO DEL EVANGELIO (LC 9, 28-36)
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y
Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de
su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí
que conversaban con Él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales
aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero
permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con
Él. Y sucedió que, al separarse ellos de Él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro,
bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas
cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se
llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo,
mi Elegido; escuchadle». Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo.
Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían
visto.
REFLEXIÓN: "DIOS, JESÚS Y LOS AMIGOS" POR
JAVIER LEOZ
1.- “Este es mi secreto, un secreto muy sencillo; sólo se
puede ver bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos” (A. de
Saint Exupéry) También a nosotros, con el evangelio de hoy, Jesús nos invita a
adentrarnos y comprender su identidad. Subir junto a El, camino del calvario,
es quedarnos embelesados por la cercanía de un Dios que se manifiesta claramente.
¡Si, Señor! ¡Buen adelanto lo que estamos llamados a gustar, disfrutar y ver en
el cielo! La Transfiguración nos incita, por capilaridad, a contemplar y ver,
tocar y fusionarnos a Cristo. Y, por supuesto, a su aparente fracaso (la
muerte) y a su inminente triunfo (la resurrección). No hay vida sin cruz; no
hay cristianismo sin cruz; no hay amigos de Jesús si, previamente, no existen
hombros para llevar la cruz. ¿Será que nos gusta sólo la luz del cristianismo?
En estos tiempos, en los que tanto preocupa el “ADN” de las personas, se me
ocurre pensar que el Monte Tabor es un lugar privilegiado donde aprendemos a
vislumbrar o intuir que Jesús encierra algo grande que escapa a nuestra razón,
pero que colma de vida el corazón que todos llevamos dentro: ¡la gloria del
Señor! La Transfiguración de Jesús, en este segundo domingo de cuaresma, nos
descubre la identidad de Jesús: HIJO DE DIOS
2.- Pero, aún así, muchos seguirán sin creer, jactándose y
sentenciando que no existió tal monte, ni hubo manifestación o nubes que se
abrieron de par en par desplegando y completando el Misterio. Otros se quedarán
en el Jesús histórico, sin más trascendencia que su nacimiento, su muerte o el
movimiento de liberación que pudo, en su tiempo, desencadenar. Y, algunos más,
¡ojalá nosotros!”, concluiremos que la Transfiguración es una vivencia y un
adelanto de la gloria que nos espera después de la muerte y por la resurrección
de Jesús. Tabor, es subir para comprender y acoger la persona divina de Jesús
El Tabor exige bajar al terreno, o valle de cada día, con nuevas actitudes, con
renovado brillo en el rostro y con el corazón sobrecogido por la experiencia de
haber estado cerca de Jesús Tabor, es elevar, en medio de nuestro mundo, no
tres tiendas (¡cientos de miles!) para que muchos hombres y mujeres descubran
que el resplandor de la Gloria de Dios sigue brillando para todo aquel que se
aventure (con esfuerzo, seguimiento, escucha, valentía y audacia) a buscarla o,
como nosotros, celebrarla. ¿Que todo ello acarrea y trae abundancia de cruces?
Pues, mirad, así….de esa manera nos vestiremos en el Reino de los Cielos… ¡de
luces!
3.- Si, el domingo pasado, Jesús nos invitaba a la lucha
(para no sucumbir en nuestros ideales cristianos) hoy, el Señor, nos llama a la
confianza. Nos arrastra hasta la intimidad con Dios. ¡Sin Dios nada! Jesús, aún
queriendo estar en compañía de Dios, no quiere dejar abandonados a sus amigos.
Por eso, este domingo, lo podemos llamar el “domingo de Dios, Jesús y sus
amigos”. Que la Transfiguración nos haga vivir la presencia transformadora,
vital, real y viva de Jesús de Nazaret.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia, para que se ponga en actitud de escucha y
en un camino de conversión confiando en la misericordia de Dios y creyendo que,
a pesar de todas sus debilidades, el Señor, el Señor es fiel a su alianza.
Oremos.
2. Por los jefes de las naciones, especialmente por quienes
gobiernan nuestro país, para que, teniendo teniendo siempre en mente la lógica
del Evangelio, donde el primero es servidor, ejerzan la autoridad que han
recibido en beneficio de toda la comunidad que les ha sido confiada, en la
búsqueda del verdadero bien común. Oremos.
3. Por todos los que sufren en el mundo, especialmente por
todos aquellos que son marginados por la sociedad, que viven en soledad, para
que Dios tenga misericordia de ellos, les haga escuchar su voz de consuelo y
puedan sentirse amados por quienes nos llamamos cristianos. Oremos.
4. Por todos nosotros, para que atendamos el llamado a
escuchar la voz de Jesús, que sepamos atender su Palabra a través del
Magisterio de la Iglesia, de las Sagradas Escrituras y de aquellos que son
nuestros orientadores espirituales. Oremos.
ORACIÓN
"Tus amigos, Señor"
Subiste al Tabor, y lejos de olvidarnos,
nos invitaste a escalar contigo.
¿Se puede pedir algo más, a un amigo,
Señor? Ascendiste al Tabor,
y sin dejarnos de lado,
nos hiciste partícipes de algo,
que lejos de ser sueño,
fue gloria, presagio, anuncio,
pasión, muerte y futuro.
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Te alejaste, por un momento,
de los que solicitaban tu mano
para quedar sanos tu mirada para recuperar
la fe en su vivir tus pisadas, para saber por dónde caminar.
¿Se puede pedir algo más, a un amigo,
Señor? Nos cogiste, Señor,
y para que supiéramos lo qué era el bien
nos hiciste testigos de una Gloria de un triunfo,
de una cruz, de una pasión y de una resurrección que,
a todos los que creemos, nos espera
¿Se puede pedir algo más, a un amigo,
Señor? Trepamos contigo,
Señor, a la montaña y,
con nuestros ojos abiertos al Misterio
supimos que algo extraordinario ocurría
delante de nosotros: una voz del cielo,
dos rostros conversando contigo y un cielo abierto
¡Qué bien, Señor, estábamos en ese momento!
¿Se puede pedir algo más, a un amigo,
Señor? Sólo sabemos,
Señor, que somos tus amigos y que,
todos los domingos, en la eucaristía
nos rescatas del mundo a la Gloria de Dios del sin sentido,
a la sensatez de la mentira,
a la verdad de la debilidad,
a la fortaleza de la muerte,
a la resurrección.
Sólo sabemos, Señor,
que algo bueno tenemos cuando,
siendo como somos,
compartes con nosotros estos momentos
de bienestar para el alma y para la vida. Amén.