ANDO POLO MEU CAMIÑO
1) ORACIÓN INICIAL
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese,
según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se
alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro
Señor.
Del santo Evangelio según Marcos 10,28-31
Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya
dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el
Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo
venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos,
primeros.»
3) REFLEXIÓN
• En el evangelio de ayer, Jesús hablaba de la conversión
que tiene que existir en la relación de los discípulos con los bienes
materiales: desprenderse de las cosas, venderlo todo, darlo a los pobres y
seguir a Jesús. Es decir, al igual que Jesús, vivir en una total gratuidad,
entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los
hermanos y de las hermanas (Mc 10,17-27). En el evangelio de hoy, Jesús explica
mejor cómo debe ser esta vida de gratuidad y de servicio de los que abandonan
todo por Jesús y por el Evangelio (Mc 10,28-31).
• Marcos 10,28-31: El ciento por uno, pero con
persecuciones. Pedro observa:"Ya lo ves, nosotros hemos dejado
todo y te seguimos". Es como si dijera: “Hicimos lo que el Señor pidió
al joven rico. Lo dejamos todo y te seguimos. ¿Nos explica cómo debe ser
nuestra vida?” Pedro quiere que Jesús explicite un poco más el nuevo modo de
vivir con espíritu de gratuidad y de servicio. La
respuesta de Jesús es bonita, profunda y simbólica: "Yo os
aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o
hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno:
ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con
persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna”. El tipo de vida
que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar: (a) Ensancha
la familia y crea comunidad, pues aumenta cien veces el número de hermanos y
hermanas. (b) Hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán cien veces
más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización
fraterna, donde todo es de todos y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la
ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo que
hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45). Es la vivencia perfecta del
servicio y de la gratuidad. (c) No deben esperar ninguna ventaja en cambio, ni
seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo
esto, pero con persecuciones. Pues los que en este mundo organizado
a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven a partir
del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán
crucificados. (d) Serán perseguidos en este mundo, pero, en el mundo futuro
tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.
• Jesús y la opción por los pobres. Un doble
cautiverio marcaba la situación de la gente en la época de Jesús: el cautiverio
de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y mantenida por todo
un sistema bien organizado de exploración y de represión, y el cautiverio de la
religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época. Por
esto, el clan, la familia, la comunidad, se estaba desintegrando y una gran
parte de la gente vivía excluida, marginada, sin techo, sin religión, sin
sociedad. Por esto había varios movimientos que, al igual que Jesús, buscaban
una nueva manera de vivir y convivir en comunidad: esenios, fariseos y, más
tarde, los celotes. Dentro de la comunidad de Jesús, sin embargo, había algo
nuevo que marcaba la diferencia con los otros grupos. Era la actitud ante los
pobres y excluidos. Las comunidades de los fariseos vivían separadas.
La palabra “fariseo” quiere decir “separado”. Vivían separadas del pueblo impuro.
Muchos fariseos consideraban al pueblo como ignorante y maldito (Jn 7,49),
lugar de pecado (Jn 9,34). Jesús y su comunidad, por el contrario, vivían
mezclados con las personas excluidas, consideradas impuras: publicanos, pecadores,
prostitutas, leprosos (Mc 2,16; 1,41; Lc 7,37). Jesús reconoce la riqueza y el
valor que los pobres poseen (Mt 11,25-26; Lc 21,1-4). Los proclama felices
porque el Reino es de ellos, de los pobres (Lc 6,20; Mt 5,3). Define su propia
misión como “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4, 18). El mismo vive
como pobre. No posee nada suyo, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza
(Lc 9,58). Y a quien quiere seguirle para vivir con él, manda escoger: ¡o Dios,
o el dinero! (Mt 6,24). ¡Manda hacer la opción por los pobres! (Mc 10,21) La
pobreza que caracterizaba la vida de Jesús y de los discípulos, caracterizaba
también la misión. Al contrario d los otros misioneros (Mt 23,15), los
discípulos y las discípulas de Jesús no podían llevar nada, ni oro, ni plata,
ni dos túnicas, ni saco, ni sandalias (Mt 10,9-10). Debían confiar en la
hospitalidad (Lc 9,4; 10,5-6). Y en caso de que fueran acogidos por la gente,
debían trabajar como todo el mundo y vivir de lo que recibían a cambio (Lc
10,7-8). Además de esto, debían ocuparse de los enfermos y necesitados (Lc
10,9; Mt 10,8). Entonces podían decir a la gente: “¡El Reino de Dios ha
llegado!” (Lc 10,9).
4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
• En tu vida, ¿cómo acoges la propuesta de Pedro: “Dejamos
todo y te seguimos”?
• Compartir, gratuidad, servicio, acogida a los excluidos
son signos del Reino. ¿Cómo los vivo hoy?
5) ORACIÓN FINAL
Los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)
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