viernes, 19 de noviembre de 2021

O PANENTEÍSMO

Panenteísmo, como su mismo nombre indica, significa que todo el universo y nosotros mismos estamos en Dios; pero ¿cómo se entiende ese en?    

Todas las explicaciones sobre Dios y nuestra relación con él serán necesarias y útiles en la medida en que nos ayuden a vivir un amor incondicional, porque lo único esencial es el amor.

El panenteísmo se contrapone claramente al ateísmo, que niega la existencia de Dios. Se diferencia del panteísmo, que identifica a Dios con la naturaleza, porque éste prescinde de su trascendencia.

Hace tiempo, sin conocerlo bien, me he sentido interesado por el panenteísmo; ahora, con la lectura de “En él vivimos, nos movemos y existimos” de Clayton y Peacocke me encuentro bastante identificado, al menos con algunas interpretaciones de este sistema. (Las distintas interpretaciones surgen espontáneamente en el desarrollo de una teoría relativamente reciente (s. XIX ).

Panenteísmo, como su mismo nombre indica, significa que todo el universo y nosotros mismos estamos en Dios; pero ¿cómo se entiende ese en?           

 Ante todo debemos tener presente que nuestro lenguaje conceptual “claro y bien definido”, se basa en la abstracción de nuestras experiencias físicas dentro del espacio y del tiempo, y por tanto no puede expresar lo que rebasa esas experiencias. Ya el concilio lateranense IV reconoció que “Todo lo que hemos dicho sobre Dios tiene más de error que de acierto”.           

 Nuestro decir sobre Dios, aunque utilice las palabras y conceptos de nuestro lenguaje, debe interpretarse siempre en sentido simbólico, poético, que no dice lo que dice sino lo que sugiere; porque la sugerencia conecta mejor con nuestra conciencia sentiente, que es con la que experimentamos de alguna manera a Dios, y a todo el mundo de los valores: amor, justicia, derechos humanos, belleza.

Todas las explicaciones sobre Dios y nuestra relación con él serán necesarias y útiles en la medida en que nos ayuden a vivir un amor incondicional, porque lo único esencial es el amor.

Esto supuesto ¿cómo explicamos el panenteísmo? ¿Cómo sugerimos nuestra relación con Dios? Vamos a ver en qué se diferencia de otras explicaciones semejantes, y cuáles son sus principales características. Estas diferencias son frecuentemente desplazables; no son fronteras naturales, como un río o una cadena montañosa, sino etiquetas que se colocan en los archivadores. 

  • Diferencias 

            El panenteísmo se contrapone claramente al ateísmo, que niega la existencia de Dios. Se diferencia del panteísmo, que identifica a Dios con la naturaleza, porque éste prescinde de su trascendencia.

La diferencia entre panenteísmo y el teísmo clásico me resulta más de matiz que de fondo. El teísmo, sobre todo en la práctica, acentúa (¿acentuaba?) más la trascendencia de Dios, aunque san Pablo menciona la presencia del Espíritu Santo en los cristianos, y la espiritualidad actual está insistiendo en la inmanencia de Dios en nosotros. La reciente corriente del No-teísmo caricaturiza esta absorbente transcendencia de Dios como un obsoleta concepción espacial de dos pisos, Dios y la naturaleza.

El panenteísmo acentúa la inmanencia mucho más que el teísmo, y así coordina mejor sus explicaciones con los actuales conocimientos científicos; pero resalta, igual que el teísmo, la trascendencia.

El mismo título de panenteísmo supera la idea de un Dios encerrado en el mundo (panteísmo) y nos acerca un Dios excesivamente alejado del mundo (teísmo). 

  • Características del panenteísmo 

            Los estudiosos han observado algunas características que suelen repetirse en algunos autores, aunque no necesariamente en todos; por eso hemos hablado de diversidad de modelos dentro del panenteísmo.

Cómo explican ese “en Dios” que aceptan todos los autores. Algunos comparan nuestra relación con Dios como la relación del cuerpo con toda la persona, y proponen que “el universo es el cuerpo de Dios. El cuerpo es parte de la persona, está totalmente penetrado por la ella, pero la persona es más que su propio cuerpo.

También puede entenderse ese existir “en Dios”, como la actuación de Dios junto con el universo, a través del universo, a través del cuerpo (a través de las “causas segundas”). De este modo sintonizan mejor con los científicos, que defienden la autoría de las causas naturales.

Otros autores, basados en que Dios es amor, consideran que existe una interdependencia entre Dios y la creatura humana: no existe amante sin amado. Algunos suavizan esta interdependencia considerándola asimétrica; el mundo depende de Dios más que lo que Dios depende del mundo.

Esta interdependencia supondría que Dios no puede existir sin el mundo, y parece contradecir algo esencial en el teísmo, como es la creación (¿se explicaría con la creación continua?). Sin embargo otros rechazan esta interdependencia (aunque sea asimétrica) porque esa pretendida interdependencia se basa en un amor humano (erôs) que necesita respuesta; en cambio el amor de Dios es un amor incondicional y totalmente gratuito, aunque no tenga respuesta (agápê).

Yo volvería a insistir en que no podemos aplicarle a Dios literalmente los conceptos humanos, y no podemos entender el amor de Dios literalmente igual al amor humano. Por tanto no me convence esa exagerada interdependencia entre Dios y el hombre. Prefiero la aceptación bíblica de la dependencia humana, y la sumisión claramente expresada por el término islam.

La pasibilidad de Dios es otra característica que destacan los panenteístas, el sufrimiento de Dios a causa del sufrimiento humano; aunque probablemente la insistencia en esta pasibilidad se deba al desarrollo de este sistema durante las guerras del siglo XX y el holocausto judío. Esta pasibilidad coincide con el teísmo bíblico, y con el teísmo popular, pero se diferencia del teísmo filosófico, de raíz aristotélica, que considera a Dios inmutable e impasible. (Deseo estudiar más a fondo esta característica porque es la más difícil de explicar, pero es la que sentimos más profundamente).

La cristología gradual, que defienden algunos panenteístas, considera que la diferencia entre Cristo y las demás personas es de grado, no de esencia. Esta gradualidad puede traspasar una línea roja de la doctrina tradicional cristiana. Sin embargo recientemente hay autores cristianos que consideran a Jesús “una persona como nosotros”. Y ya Pablo en la carta a los romanos presenta a Jesús “a partir de la resurrección establecido por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder”.    

En resumen, creo que el pensamiento panenteísta puede sintetizarse en la conocida metáfora de Jäger según la interpreta Melloni: “La ola es el mar”, pero el mar es más que la ola.  

Gonzalo Haya

A TOLERANCIA E O RESPETO AO DIFERENTE GARANTIZAN SOCIEDADES INCLUSIVAS

En el Día Internacional de la Tolerancia, Cáritas insta a las sociedades a que acojan a todas las personas que se ven forzadas a desplazarse.

Con motivo del Día Internacional de la Tolerancia, Cáritas insta a las sociedades a que acojan a todas aquellas personas que se ven forzadas a desplazarse por motivos como el riesgo a sufrir persecución, los efectos adversos del cambio climático o la escasez de alimentos.

No hay tolerancia sin el respeto ni la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos. Es imprescindible que hoy recordemos la vigencia de este noble principio –recogido en la base de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración de los Derechos Humanos–, en una época como la actual donde el extremismo y el radicalismo violento van en aumento. No construyamos sociedades excluyentes.

Vulneración de derechos en las fronteras

Desde Cáritas vemos con especial preocupación las graves vulneraciones de los derechos que sufren las personas migrantes y refugiadas en las fronteras durante su tránsito de los países de origen hacia las sociedades de acogida, legitimadas estas en esa percepción negativa (estereotipos y prejuicios) de las personas en movilidad humana forzada.

En la actualidad existen crisis humanitarias que provocan la salida de millones de personas de sus lugares de origen. Estas son algunas de ellas:

  • En la región del Sahel. La situación de inseguridad alimentaria crónica junto con la presencia de grupos armados violentos ha obligado al desplazamiento forzoso de más de un millón de personas en los últimos dos años, la mayoría de ellos dentro del mismo país. Estas personas llegan a pueblos y comunidades donde a menudo los medios de vida son escasos para cubrir las necesidades de la población autóctona lo que aumenta la presión y resistencia hacia las personas que llegan.
  • En Afganistán alrededor de 2,6 millones de personas se han visto obligadas a migrar a otros países, principalmente a Irán y Pakistán. Pero hay más de 3,5 millones de personas que se han visto obligadas a desplazarse dentro del país en busca de refugio.
  • La crisis venezolana ha provocado la mayor oleada migratoria en la historia de América Latina y la huida de más de 5,4 millones de personas hacia países como Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Argentina y México.

En el Día Internacional de la Tolerancia queremos llamar la atención a todos los países, pueblos y culturas que acogen a estas personas que son obligadas dejar sus países, a menudo por un periodo de tiempo indefinido. Apelamos a su comprensión y empatía para facilitar la acogida, la integración y el respeto a estas personas, con el objetivo de garantizar sociedades inclusivas y no excluyentes. 

La riqueza de la diversidad

Y recordamos, en este día, que la esencia de la tolerancia es el respeto, el reconocimiento de la rica diversidad de todas las personas que conforman las culturas de nuestro mundo, de la aceptación de todas las formas de expresión y medios de ser humanos.

El papa Francisco, en la Encíclica Fratelli tutti, señala claramente a la discriminación, el racismo, la xenofobia, o los nacionalismos excluyentes, como actitudes incompatibles con la hermandad. Para Francisco las personas extranjeras son una riqueza y oportunidad. Por eso, apuesta por un modelo de convivencia intercultural, donde la diversidad es un “don”.

«Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado» (FT, 35).

A IGREXA NON TEN QUE REINVENTARSE

Xa moito antes da pandemia algúns dicían que a Igrexa tiña que reinventarse debido a que se estaba quedando baleira. É verdade que as estatísticas de asistencia a misa, celebración de sacramentos, número de seminaristas, etc. en España son demoledoras. Pero tamén é certo que o «número de negocio» da Igrexa non é un dato que se poida medir nestes termos.

A misión da Igrexa está clara: anunciar o Evanxeo e celebrar os sacramentos. E como consecuencia da espera do Reino de Deus, o exercicio da caridade e a observancia dos Mandamentos para o ben propio e dos demais. Non hai nada máis. O resto das actividades que se están levando a cabo desde entidades eclesiais están, ou deberían estar, en función desta misión, que é a esencia e a razón de ser da Igrexa.

Por iso, cando alguén di que a Igrexa ten que reinventarse, e refírese a que faga algo que non sexa isto, xa estariamos a falar doutra realidade distinta, pero non da Igrexa querida e fundada por Xesucristo. Aquí, neste caso, non serve iso de «renovarse ou morrer», pois o que se está pedindo é que deixe de ser o que é para converterse noutra cousa que nada ten que ver coa súa esencia. 

Os defensores da teoría da reinvención avogan por que a Igrexa se converta nunha prestadora de servizos sociais, que inclúa a actual forma de facer caridade e a animación sociocultural de grupos, especialmente de xubilados e enfermos.

É certo que a Igrexa é experta en humanidade e que as Cáritas parroquiais fan moito con moi pouco. Pero esta calidade non lle vén dada só por unha cuestión meramente humanitaria, senón tamén e, sobre todo, pola condición que temos todos de ser fillos de Deus que nos fai tratar aos demais como irmáns (Cfr. Fratelli Tutti 8, 58 e 279 v.g.)

Por outra banda, hoxe en día as Administracións Públicas teñen todo tipo de recursos moito mellores que os da Igrexa para atender as necesidades sociais das persoas máis desfavorecidas. Polo menos, é do que presumen todos os días nos seus discursos.

Pero estamos seguros de que isto é o que de verdade están a demandar moitas persoas? Cada vez atopo máis xente que está en procura de algo ou de alguén que dea un sentido pleno ás súas vidas e que pasa tamén polo sentido do transcendente.

Di Chesterton que «cando se deixa de crer en Deus, enseguida crese en calquera cousa». Que esteamos nunha sociedade secularizada e laicista non quere dicir que o sentimento relixioso quede anulado ou acalado nas persoas. De feito, hai uns días alguén da vida pública que non lembro, asignaba a categoría de relixión ao laicismo.

A Igrexa é cousa de Deus. Pero o é para o noso ben. Deus, por pura graza, fainos membros dunha asemblea de irmáns, que buscan a Deus e que queren facer a súa vontade para participar un día do seu mesma vida divina.

No nosopai cansamos de rezar «fágase a túa vontade aquí na terra como no ceo», pero moitos empéñanse no contrario: «fágase a miña vontade na terra e no ceo» e teñen a ousadía de desafiar o Depósito da Fe que a Igrexa tenta custodiar con fidelidade.

A Igrexa non ten que reinventarse, porque o seu fundador (o seu «inventor») foi o mellor dos posibles: Xesucristo, que por ser Deus nin se engana nin nos engana.

 

Miguel Ángel Álvarez Pérez

Párroco da Fonsagrada