lunes, 23 de noviembre de 2020

CICLO B: El evangelista Marcos

1.- LA REFORMA LITÚRGICA DEL VATICANO II

Hasta la última reforma litúrgica, nacida a raíz de las Constituciones sobre la Palabra de Dios y sobre La Liturgia, del Concilio Vaticano II, aparecía en los leccionarios menor variedad de lecturas de lo que acontece en la actualidad. Sin embargo a partir de entonces se establecieron tres ciclos de evangelios (A, B y C), dedicándoles a los tres primeros, llamados sinópticos por partir de una visión semejante, la mayor parte de las terceras lecturas de los domingos. En otras ocasiones, en especial en el tiempo de Pascua, sea en los ciclos A (dedicado a Mt), B (dedicado a Mc) o C (dedicado a Lc), se utiliza el 4º Evangelio, una obra que básicamente procede de Juan el de Zebedeo, hermano de Santiago el Mayor.
 

2.- LOS EVANGELIOS A LO LARGO DE LA HISTORIA

Ha sucedido también en los tiempos pasados que algunos evangelios gozaban de mayor reconocimiento que los otros. El más socorrido, desde el punto de vista católico, era el de Mateo, por su larga extensión, por supuesto mayor que la del evangelio según Marcos, y por ser considerado obra de un Apóstol, cosa que no acontece con el de Lucas, aunque éste haya sido discípulo y compañero de viaje de Pablo de Tarso. Sin embargo hace un par de siglos en ámbitos protestantes se empezó a valorar más que ningún otro evangelio, por reflejar el texto más antiguo, el de Marcos. La Iglesia Católica reconoce que el primero en ser escrito, y en la lengua de los hebreos, ha sido el de Mateo; pero el ejemplar que tenemos ahora no es ése, sino que refleja un momento posterior, y ha sido redactado ya en griego. El evangelio de Marcos destila espontaneidad, construcciones de lenguaje propias del hebreo e incluso vocablos pertenecientes a ese mundo.
 

3.- EL PERSONAJE A QUIEN SE ATRIBUYE EL 2º EVANGELIO, PROPIO DEL CICLO B

Se trata de Marcos, denominado en otros lugares Juan Marcos. No parece que haya conocido a Jesús. Era hijo de María, una mujer en cuya casa se reunía la Iglesia de Jerusalén, y que aparece como madre de Juan, llamado Marcos (Hech 12, 12). Inició con Pablo y Bernabé el primer viaje apostólico de Pablo, debido quizás a su condición de primo de Bernabé. Sin embargo al llegar a Perge, de Panfilia, los abandonó y se volvió a casa. A partir del 2º Viaje Apostólico, Pablo se dejó acompañar por otros, como Silas, Timoteo y Lucas. En lo que atañe a Marcos, sabemos que estuvo algún tiempo con Pedro, y muy identificado con él, por lo que Pedro le llama “mi hijo” (1Pe 5, 13). Después, vuelve a estar con Pablo, quien envía saludos suyos a Filemón (Flm 24), y más adelante le pide a Timoteo que lo lleve consigo, para estar con él  (cf 2Tim 4, 11).
 

4.- MARCOS, EL EVANGELIO DE LA LLEGADA DEL REINO

Según se muestra a lo largo de sus páginas, Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios. Es él quien trae la salvación, una salvación que proclama ya el Bautista, su precursor. Éste presenta a Jesús como el más fuerte, ante el que se considera indigno de desatar la correa de su sandalia. Jesús habrá de bautizar con Espíritu Santo (Mc 1, 7-8). El poder de Dios, que Jesús posee, y que supera al del príncipe de este mundo, se deja sentir de modo especial cuando Cristo, con “el dedo de Dios”, libera a los que yacían poseídos por el espíritu del mal. Al liberar de la posesión diabólica con la fuerza de Dios a los que eran víctimas de Satanás, Jesús demuestra que el Reino de Dios ha llegado a ellos. Jesús aparece en este Evangelio como profundamente humano, y realiza signos que hacen ver la llegada de ese Reino. Marcos es pródigo en referir los hechos de Jesús, sin detenerse tanto como Mt y Lc en transmitir los dichos del Maestro. Tales hechos provocan la admiración de la gente, que se pregunta en consecuencia quién puede ser aquel hombre. Sin embargo Jesús, que sabe cuál es la voluntad de su Padre, rehúye las alabanzas de los que contemplan sus signos, porque no quiere que lo consideren un Mesías en sentido terreno. De hecho, “Mesías” significa ungido, y por lo tanto rey, y él prefiere aparecer como Siervo Sufriente, el Siervo de Yahvé al que alude Isaías en cuatro cánticos de los capítulos 42 a 53. En cualquier caso, Jesucristo, el Señor resucitado, volverá a Galilea, donde le encontrarán los discípulos. Allí se va a mostrar que el Reino de Dios prevalecerá sobre Israel, simbolizado en Jerusalén.
 

5.- EL EVANGELIO DEL DISCIPULADO

Desde el momento en que Jesús escoge a los Doce, suele aparecer siempre con sus discípulos. Los elige para que estén con él y para enviarlos a predicar (Mc 3, 13-19). Entre ellos habrá tres más unidos a él que los otros nueve: son Simón Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan. En alguna ocasión, como cuando le preguntan por el futuro del templo y de otras realidades a las que Jesús se refería en un ámbito restringido, como en familia, se encuentra también Andrés, el hermano de Simón Pedro (Mc 13, 3). Sin embargo el discípulo que aparece muy por encima de todos, es Simón Pedro. Esa distancia respecto de los demás discípulos, se resalta mucho más en el Evangelio según Marcos que en los otros Sinópticos.
 

6.- EL EVANGELIO PROCLAMADO, PARTE IMPORTANTE EN LA VIDA DEL CRISTIANO

Aunque las demás lecturas utilizadas en la liturgia se consideran y son Palabra de Dios, la cercanía de los Evangelios es más perceptible, al ser documentos en los que se recogen los dichos y las obras de Jesús. De ahí que, al final de su proclamación en la liturgia,  no nos limitemos a indicar que es Palabra de Dios, sino que manifestemos que lo proclamado es Palabra del Señor.

En esta situación histórica en que nos encontramos, cuando entran en nuestra vida noticias llegadas desde muy diversos medios de comunicación, y que proceden de ámbitos civiles, con aires poco familiares al cristianismo, hemos de escuchar con atención, asimilar e interiorizar, lo que las lecturas bíblicas, singularmente los Evangelios, nos ofrecen. Así podremos orientar nuestra vida a la luz de ellos.

En este año litúrgico, correspondiente al ciclo B, hemos de recoger de Marcos la presentación de Cristo como una persona a quien el Bautista presenta, y que anuncia con su venida la legada del Reino de Dios. En sus parábolas presenta ese Reino en términos de una semilla que ha de dar fruto y convertirse en una espiga. Para continuar su misión en esta tierra, elige unos discípulos que aprendan junto a él y que vayan después a predicar, de suerte que todos acojan la lección de Cristo y se salven, haciéndose eco de su obra salvadora. Este Evangelio, que comenzó en Galilea, presenta casi al final, como los otros tres, la entrega sacrificada de Jesús, para salvar al hombre. Este Jesús, que se entrega a la muerte para que nosotros hallemos la vida sin fin, se aparece resucitado a sus discípulos en Galilea, y les encarga de ser sus testigos, antes de subir al cielo y ocupar su sitio, a la derecha del Padre.

José Fernández Lago
Canónigo Lectoral de la Catedral de Santiago