Un joven abuelete amigo me manda un wasap en el que se recogen simpáticas respuestas de niños de 6 a 8 años a la pregunta de ¿quiénes son los abuelos? Creo que algunas describen y resumen a la perfección, desde la filosofía infantil, muy parecidas reflexiones, a las profundas que quiere transmitirnos el papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores, que ha determinado se celebre cada año el domingo más cercano al 26 de julio, fiesta de los santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María y por ello abuelos adoptivos de Jesucristo.
En la encuesta que retrata a los abuelos un niño decía:
“los abuelos son un señor y una señora que como ahora ya no tienen niños
propios, les gustan mucho los de los demás”; y otro añadía: “son gente que no
tienen ninguna cosa que hacer y solo están ocupados cuando nosotros vamos a
visitarlos” Sin saber nada de la encuesta admite y subraya papa Francisco
que efectivamente a muchos ancianos y mayores acuden ángeles a visitarles y
acompañarles: “ incluso cuando todo parece oscuro, como en estos meses de
pandemia, el Señor sigue enviando ángeles para consolar
nuestra soledad y repetirnos: “Yo estoy contigo todos los días”. Y sigue el
papa: “Esto te lo dice a ti, me lo dice a mí, a todos. Este es el sentido de
esta Jornada que he querido celebrar por primera vez precisamente este año,
después de un largo aislamiento y una reanudación todavía lenta de la vida
social. ¡Que cada abuelo, cada anciano, cada abuela, cada persona mayor —sobre
todo los que están más solos— reciba la visita de un ángel! A veces
tendrán el rostro de nuestros nietos, otras veces el rostro de familiares, de
amigos de toda la vida o de personas que hemos conocido durante este momento
difícil. En este tiempo hemos aprendido a comprender lo importante que son los
abrazos y las visitas para cada uno de nosotros, ¡y cómo me entristece que en
algunos lugares esto todavía no sea posible!”
Otro de los filósofos enanos recomendaba que “todo el
mundo debe esforzarse en tener unos buenos abuelos, pues son las únicas
personas que nos dicen que están contentas de estar con nosotros” y “con ellos
es muy divertido ir de compras y nunca te dicen “date prisa”; “ y son los
únicos que te responden a las preguntas difíciles de dónde está Dios y si está
casado…” Me parece que el papa tiene idéntica convicción que esos
mini-pensadores encuestados, cuando invita a una intensa colaboración
intergeneracional para dar “un salto hacia una forma nueva de vida y
descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los
otros, para que la humanidad renazca” (Carta Fratelli tutti, 35).
“ En esta perspectiva, quiero decirte – prosigue el papa hablando a los
mayores- que eres necesario para construir, en fraternidad y amistad social, el
mundo de mañana: el mundo en el que viviremos —nosotros, y nuestros hijos y
nietos— cuando la tormenta se haya calmado…Entre los diversos pilares que
deberán sostener esta nueva construcción hay tres que tú, mejor que otros,
puedes ayudar a colocar. Tres pilares: los sueños, la memoria y
la oración” Porque “el futuro del mundo reside en esta
alianza entre los jóvenes y los mayores. ¿Quiénes, si no los jóvenes, pueden
tomar los sueños de los mayores y llevarlos adelante? Pero para ello es
necesario seguir soñando sueños de justicia, de paz y de solidaridad… Es
necesario que tú también des testimonio de que es posible salir renovado de una
experiencia difícil. Y estoy seguro de que no será la única, porque habrás
tenido muchas en tu vida, y has conseguido salir de ellas. Aprende también de
aquella experiencia para salir ahora de esta”.
Otra respuesta de mis admirados filósofos pitufos
proclamaba que “los abuelos y las abuelas tendrían que vivir siempre“ y
así me hacían relacionar tal deseo con las palabras del papa en su mensaje,
ilusionando a los mayores con la idea de procurar no bajar la guardia jamás porque
mientras hay vida hay tarea: “No importa la edad que tengas, si sigues
trabajando o no, si estás solo o tienes una familia, si te convertiste en
abuela o abuelo de joven o de mayor, si sigues siendo independiente o necesitas
ayuda, porque no hay edad en la que puedas retirarte de la tarea de anunciar el
evangelio, ni de la tarea de transmitir las tradiciones a los nietos…”
¡Qué detallazo del papa de inventarse una jornada de cada
año para reflexionar sobre la hermosura de aplaudir, admirar y valorar a los mayores
todos los días!
Mons. Alberto Cuevas F.
Sacerdote y periodista.
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