viernes, 28 de mayo de 2021

FRONTERAS

 

No queremos pertenecer al mundo de las fronteras hechas de murallas.
Dónde está la frontera entre la pobreza y la riqueza, entre la verdad y la mentira,
entre el amor y el odio, entre el mar y la tierra.
Dónde está la frontera que separa a los hombres, la que tantos persiguen,
la de los pájaros que migran en libertad, la de quienes trazaron las fronteras.
Cuando no haya fronteras entre nosotros, volaremos en libertad siempre
siguiendo la utopía de nuestros sueños.
Decirles que la tierra no es de ellos, que la gente no es de ellos, que
-incluso- las piedras necesitan ser libres.
Decirles que quien niega será negado por la ternura de tantas voces
acalladas y sedientas.
Nada vive para siempre, ni siquiera tus problemas.

Alí Salem Iselmu, poeta saharaui nacido en 1970, residente en Vitoria-Gasteiz, La música del siroco

 

jueves, 27 de mayo de 2021

SOBRE A CRISE DA ORACIÓN..

Si debemos hablar aquí de la oración en general, en ningún caso puede tratarse de una oración sencilla, no iluminada. Sobre todo, para quienes se han confrontado con Karl Marx,[3], en ningún caso puede tratarse de la oración como una coartada, como un opio, como una manifestación de la fa de responsabilidad individual y social. En ningún caso se puede poner la oración en lugar de la acción.

Además de la objeción política, la oración tampoco debe exponerse a la objeción psicológica. No debe servir como una acción psicológica sustitutiva, en el sentido de Freud, que a menudo se define con una broma del espíritu: si un capitán en el corazón de una tormenta dice: «No nos queda nada más que rezar», al párroco se le escapa de la boca la pregunta: «¿Ya hemos llegado a ese punto?». Por lo tanto, ¿la oración está viva allí donde ya nada podemos hacer con nuestras fuerzas? En lugar de una acción autónoma, resuelta, profana, que asume sus propias responsabilidades, en ciertas situaciones extremas, ¿la oración debe convertirse en el escape de aquellos que no pueden o no quieren dedicarse a una actividad enérgica? Sí, la oración y el comportamiento caen aquí en una contradicción, que desenmascara la oración: claramente la oración debe salvar un riesgo, proteger un escape, mantener una ilusión[4].

Deseando explicar la crisis de la oración en la era moderna, debemos mostrar cómo la ausencia masiva de la oración, que ahora constatamos en todas partes, tal vez se preparó durante mucho tiempo. De hecho, la crisis de la oración es una crisis de fe en Dios en general. Para ello, bastará recordar aquí brevemente lo siguiente:

  • En tiempos de Descartes, quien después de haber concebido su gran visión de una ciencia universal hizo una peregrinación, manifiestamente se rezaba, con un sentido de ingenua familiaridad con Dios, como en la Edad Media y en tiempos de la Reforma; e incluso Pascal puede ser definido como un gran orante, al igual que san Agustín, san Bernardo de Claraval, Lutero y muchos santos.
  • Pero la agitación de la ingenua comprensión de Dios por parte de las ciencias naturales, algún tiempo después, tenía que asegurarse de que un hombre como Isaac Newton, que aún podía reconciliar la cientificidad rigurosa con la fe cristiana, no esperara ningún milagro de la oración, sino solamente la ayuda de Dios a través de las leyes de la naturaleza: Dios en el cosmos es celebrado con gran respeto, pero ya no se cuenta más con su intervención en el complejo engranaje del reloj del mundo[5].
  • En la filosofía barroca, Spinoza, como panteísta, apoyó expresamente la rígida necesidad de todas las leyes naturales y, por lo tanto, la falta de sentido de la oración de petición, y desde entonces Goethe y muchos otros ya no rezarán más, sino simplemente se sumergirán, llenos de asombro y amor, en el infinito Uno-Todos, en la Naturaleza-Dios.
  • En la Ilustración, Dios se retiró por completo frente a la naturaleza y sus leyes, se fundó una moral sin religión y el escepticismo también destruyó la [6]oración de alabanza y de acción de gracias. Así, por ejemplo, el enciclopedista Diderot terminó su propia Interpretación de la naturaleza con la famosa oración paradójica: «Oh Dios, no sé si existes, pero quiero pensar como si tú vieses en mi alma […]. De hecho, el curso de las cosas es necesario en sí mismo, si tú no existes, o por una orden tuya, si tú existes … »[7].
  • Kant, quien completó y superó la Ilustración, rechazó resueltamente la oración como «fetichismo»: para él, la oración es «solamente un deseo manifestado a un Ser que no necesita ninguna explicación de la intención interna del sujeto que desea algo», incluso «una locura supersticiosa». Kant solamente puede aceptar el «espíritu de la oración», es decir, «el sincero deseo de agradar a Dios en todo lo que hacemos y en lo que no hacemos», como un medio (voluntario y, en el fondo, superfluo) para vivificar el sentimiento moral[8].
  • Después Hegel reconoció como centro de culto solo esa «devoción», en la que el sujeto, con pura interioridad y consciente espiritualidad, se sumerge y se mueve en el Infinito una devoción que, sin embargo, como todo el mundo religioso, debe ser elevada a un nivel superior por el pensamiento especulativamente filosófico[9].
  • Pero Feuerbach dio la vuelta a la unidad hegeliana de la conciencia humana y divina e interpretó la oración como una proyección del corazón humano y la conversación del hombre consigo mismo[10].
  • Finalmente Nietzsche pervirtió la oración en la blasfema letanía del pollino adorado para burlarse de quienes «de nuevo se han vuelto piadosos … »[11].

La oración -tal como surge claramente aquí- es la prueba práctica de la comprensión de Dios: como es expresado Dios, así se practica la oración. Y tal como oramos, también así es comprendido Dios. Teniendo en cuenta la historia del pensamiento moderno y su búsqueda de Dios[12], podemos limitarnos aquí a resumir brevemente algunos hechos a medida que emergen de la historia y la crítica de la religión:

  • Orar es humano. Orar es un antiguo gesto humano. Algún tipo de oración a los dioses, al Absoluto, a Dios, siempre ha sido transmitido por todos los pueblos de todas las épocas de la historia. Ni siquiera las múltiples objeciones críticas de la Edad Moderna han podido silenciar completamente la oración[13].
  • Que la oración sea solo una conversación entre el hombre consigo mismo (Feuerbach) y un deseo infa (Freud) depende de la cuestión de si Dios es simplemente una proyección o una ilusión del hombre. Pero esto es precisamente lo que no se puede demostrar[14].
  • Que Dios no es una proyección o una ilusión, sino una realidad, y que la oración no es una conversación con uno mismo, sino un verdadero diálogo entre dos, se puede experimentar solamente con una confianza que se atreve a creer y naturalmente se siente responsable para razonar[15]. La oración es una fe aplicada.
  • La oración es «el corazón y el centro de cada religión»[16]. No hay religión sin oración. Dondequiera que la oración muere, también muere la religión.

 

[1] B. BRECHT , Gesammelte Werke, Frankfurt ,967, vol. IV, , .432.

[2] 2 D. SOLLE, Gebet, en H. J. SSHULTZ (ED.), Theologie für Nicht­theologen. ABC protestantischen Denkens, Stuttgart-Berlín 1966, 103 (cf trad. it. en Dizionario del pensiero protestante, Morcelliana, Brescia ,970, 405).

[3] Cf. H. KüNG, ¿Existe Dios?, Trotta, Madrid 2010, C II, 3: Verificación en la praxis.

[4] Sobre las objeciones que actualmente se argumentan contra la oración me remito al cuaderno de «Concilium», editado por Ch. Duquoc y dedicado a La oración, en particular me refiero al artículo de J . BOMMER, ¿Tiene todavía sentido rezar? Crisis de la oración y tentativas de solución, en Concilium 8, 9 (1972) 97-112.

[5] Cf K. D. BUCHHOLTZ, Isaac Newton als Theologe, Witten 1965; M. J. BUCKLEY, Motion and Motion’s God, Princeton 1971.

[6][6]

[7] D. DIDEROT, Oeuvres completes, edición a cargo de J. Assézat, París 1875, vol. II, 61.

[8] l. KANT, Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft, en W. WEISCHEDEL (En.), Werke, Darmstadt 1956, vol. IV, 870s. (trad. it. Di Poggi, La religione entro i limiti della sola ragione, Bari 1980, 217s.).

[9] Cf ¿Existe Dios?, o.c., B II, 2: La nueva filosofía de la religión.

[10] Cf ib, C I, 1: Dios como imagen refleja del hombre.

[11] F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid 2011.

[12] Esta historia ha sido trazada en el volumen citado ¿Existe Dios ?

[13] Cf W HARENBERG (ED. ), Was glauben die Deutschen. Die Emnid-Um-fr Ergebnisse, Kommentare, Múnich-Maguncia 1968, 61. Según esta encuesta, solamente el 13% de los entrevistados declara: «Han olvidado completamente o nunca han aprendido a orar, y para ellos la oración no significa nada o, en general, carece de sentido».

[14] Cf ¿Existe Dios?, o.c., C I, 2: Dios, deseo o realidad; C III, 2: La religión, ¿solamente proyección de un deseo?·

[15] Cf ib, F III, 3: Dios como realidad.

[16] F. HEILER, Das Gebet. Eine religionsgeschichtliche und religionspsychologische Untersuchung, Múnich 1918, 19235, 1969, 2.

 

martes, 25 de mayo de 2021

ECOLOXÍA E FRATERNIDADE

O día 24 de maio, clausúrase a semana do “Aniversario da Laudato si”. O papa Francisco chámanos a ter unha actitude proactiva e creativa, “porque sabemos que as cousas poden cambiar” (L.S.13). Un cambio concretado en actitudes de presenza activa permanente: a ecoloxía non é unha loa bucólica á natureza, por iso non hai cambio sen implicación nin risco.

Nesta tarefa, e desde un desenvolvemento transversal, as comunidades cristiás non poden quedar á marxe dunha cuestión que afecta ás persoas (o Sínodo da Amazonía é unha invitación a non poñerse de perfil ante os retos do mundo actual), a todas as persoas, porque a degradación ambiental é froito da degradación antropolóxica. De aí que se a antropoloxía non pon o centro da súa reflexión na defensa da persoa e da dignidade que sempre a acompaña, dificilmente se poderá facer teoloxía asumindo ser imaxe e semellanza aberta á fraternidade universal. O Deus pensado e o Deus vivido non camiñan en escisión, senón na complementariedade dunha presenza que, cos ollos postos no mundo e nos seus problemas, busca romper coa inercia de que as cousas son así e non poden ser doutro xeito. A irmandade que abrangue a todas as persoas, por riba de credos, razas, continentes, linguas ou relixións alcánzanos e cuestiona o noso actuar.

As Teoloxías da praxe nacidas ao abeiro do Concilio Vaticano II deron lugar a unha abundante obra sobre a interacción entre a persoa e o planeta escrita desde a sensibilidade moral. Hans Küng, Leonardo Boff, Jürgen Moltman, Rafael Luciani, Ivonne Guevara, Pepa Torres, Nancy Cardoso, Consuelo Vélez… son teólogos e teólogas con preocupación pola degradación medioambiental e, como consecuencia, pola exclusión, a indiferenza e o descarte, en palabras de Francisco, que sofren as persoas.

Nun momento no que urxe posicionarse diante de posturas belixerantes que teñen a rendibilidade como criterio único de actuación e a ganancia como obxectivo, ecoloxía e teoloxía ábrense a camiños de diálogo, tratando de atopar solucións ao problema medioambiental e ao coidado dese común que compartimos chamado “Casa”. Unha reflexión situada na praxe e desde o diálogo relacional fará posible e crible a necesaria alianza dunha ecoloxía humana (Xoán Paulo II, Bieito XVI) do coidado que responda ao “viu Deus que era bo” do libro da Xénese .

A ecoteoloxía, fiel á terra e a canto nela vive, ilumina, compromete e ofrece razón para que nos impliquemos na súa defensa, sen deixar que ninguén quede á marxe. Desenvólvese desde unha mirada da realidade que urxe a tomar conciencia de que a degradación ecolóxica non é máis que un punto no proceso da degradación humana: sen casa que acubille, dificilmente creceremos e viviremos coa plenitude á que nos chama quen todo o puxo ao noso dispor (Sal. 8).

A urxencia coa que Francisco aborda este problema do coidado da Casa Común (L.S.), leva a tomar conciencia de que este non é un problema duns poucos; ao contrario, a degradación do planeta é tan forte e avanza tan rápido, que se se mostra como un problema global, que precisa unha resposta tamén global.

Este camiño, que compromete aos diferentes ámbitos da teoloxía, corresponde moito máis directamente á Teoloxía Moral, como reflexión que se ocupa de aportar argumentos e dar razóns que orienten e dean sentido ao actuar cotián das persoas, de aportar propostas que rompan coa tentación da abstracción teolóxica, e se abran, sincera e lealmente, a traballar desde propostas ecoteolóxicas.

A clausura deste ano da Laudato si, aprémanos a reflexionar, e a actuar, porque o compromiso medioambiental converteuse nunha cuestión fundamental para as persoas, crentes ou non.

Neste camiñar tendendo pontes é necesaria a presenza de propostas ecoteolóxicas no COP26 (cumio do clima), a celebrar do 1 ao 12 de novembro en Glasgow (Escocia). Alí, as persoas representantes dos países participantes teñen que anunciar cales son os seus plans para cumprir cos obxectivos dos acordos de París.

Os retos que se abren invítannos a unir esforzos para que os intereses economicistas non se poñan por riba do coidado da Casa Común que compartimos e que nos fai sentírmonos en familia a quen nela vivimos.

¡Benia a ecoteoloxía a darnos razón de esperanza neste compromiso por coidar a obra que Deus puxo nas nosas mans!

Clodomiro Ogando

lunes, 24 de mayo de 2021

PENTECOSTE, O FINAL DA PASCUA.

Xa case chegamos ao final da Pascua, os cincuenta días nos que celebramos de modo solemne a resurrección de Xesucristo. Digo solemnemente, porque de forma máis ordinaria é o que celebramos os cristiáns todos os días do ano, de xeito particular os domingos. Non nos confundamos, o único que podemos celebrar os cristiáns é isto: que Xesucristo, o fillo de Deus encarnado, foi crucificado, resucitou ao terceiro día, ascendeu aos ceos, enviounos o Espírito Santo e todo isto para a nosa salvación. Non hai máis e non é pouco.

Por diante temos todo un ano para reflexionar e profundar sobre este misterio. Nas Sagradas Escrituras e na liturxia temos as «aplicacións» que nos axudarán a coñecer mellor ao protagonista desta historia de salvación.

Por certo, os curas non “dicimos”, “descargamos”, “botamos” misas. Os curas, coas nosas comunidades parroquiais, o que facemos é celebrar na Eucaristía toda a vida de Xesucristo, que é salvación para nós. Por iso as misas tampouco son homenaxes nin recordos, aínda que moitas veces celebremos tamén na Eucaristía os acontecementos máis importantes das nosas vidas.

Xesús cumpriu a súa misión e as súas promesas. Non se vai para desentenderse de nós, senón que nos enviará o Espírito Santo para que nos ensine o que falta e alente a nosa vida e a vida do mundo. O que falta agora depende de nós. Nas nosas mans está se nos adherimos ou non a este plan de salvación.


Miguel Ángel Álvarez

Párroco da Fonsagrada

 

martes, 18 de mayo de 2021

VEN Y LO VERÁS (Jn 1,46)... Comunicar encontrando a las personas donde están y como son..

Queridos hermanos y hermanas:

La invitación a “ir y ver” que acompaña los primeros y emocionantes encuentros de Jesús con los discípulos, es también el método de toda comunicación humana auténtica. Para poder relatar la verdad de la vida que se hace historia (cf. Mensaje para la 54.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 2020) es necesario salir de la cómoda presunción del “como es ya sabido” y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprenderá en cualquier aspecto. «Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean», aconsejaba el beato Manuel Lozano Garrido[1] a sus compañeros periodistas. Deseo, por lo tanto, dedicar el Mensaje de este año a la llamada a “ir y ver”, como sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta: en la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social. “Ven y lo verás” es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana, a partir de los primeros encuentros en las orillas del río Jordán y del lago de Galilea.

Desgastar las suelas de los zapatos

Pensemos en el gran tema de la información. Opiniones atentas se lamentan desde hace tiempo del riesgo de un aplanamiento en los “periódicos fotocopia” o en los noticieros de radio y televisión y páginas web que son sustancialmente iguales, donde el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, “de palacio”, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad. La crisis del sector editorial puede llevar a una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, sin “desgastar las suelas de los zapatos”, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de visu ciertas situaciones. Si no nos abrimos al encuentro, permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos. Cada instrumento es útil y valioso sólo si nos empuja a ir y a ver la realidad que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían.

Esos detalles de crónica en el Evangelio

A los primeros discípulos que quieren conocerlo, después del bautismo en el río Jordán, Jesús les responde: «Vengan y lo verán» (Jn 1,39), invitándolos a vivir su relación con Él. Más de medio siglo después, cuando Juan, muy anciano, escribe su Evangelio, recuerda algunos detalles “de crónica” que revelan su presencia en el lugar y el impacto que aquella experiencia tuvo en su vida: «Era como la hora décima», anota, es decir, las cuatro de la tarde (cf. v. 39). El día después —relata de nuevo Juan— Felipe comunica a Natanael el encuentro con el Mesías. Su amigo es escéptico: «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe no trata de convencerlo con razonamientos: «Ven y lo verás», le dice (cf. vv. 45-46). Natanael va y ve, y desde aquel momento su vida cambia. La fe cristiana inicia así. Y se comunica así: como un conocimiento directo, nacido de la experiencia, no de oídas. «Ya no creemos por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos lo hemos oído», dice la gente a la Samaritana, después de que Jesús se detuvo en su pueblo (cf. Jn 4,39-42). El “ven y lo verás” es el método más sencillo para conocer una realidad. Es la verificación más honesta de todo anuncio, porque para conocer es necesario encontrar, permitir que aquel que tengo de frente me hable, dejar que su testimonio me alcance.

Gracias a la valentía de tantos periodistas

También el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad.

Numerosas realidades del planeta, más aún en este tiempo de pandemia, dirigen al mundo de la comunicación la invitación a “ir y ver”. Existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, sólo desde los ojos del mundo más rico, de tener una “doble contabilidad”. Pensemos en la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. ¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África? Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra el COVID. Con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real. Pero también en el mundo de los más afortunados el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido: hieren y no son noticia las personas que, venciendo a la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Cáritas para recibir un paquete de alimentos.

Oportunidades e insidias en la web

La red, con sus innumerables expresiones sociales, puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios. La tecnología digital nos da la posibilidad de una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil: pensemos en ciertas emergencias con ocasión de las cuales las primeras noticias y también las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones viajan precisamente en la web. Es un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores. Potencialmente todos podemos convertirnos en testigos de eventos que de otra forma los medios tradicionales pasarían por alto, dar nuestra contribución civil, hacer que emerjan más historias, también positivas. Gracias a la red tenemos la posibilidad de relatar lo que vemos, lo que sucede frente a nuestros ojos, de compartir testimonios.

Pero ya se han vuelto evidentes para todos también los riesgos de una comunicación social carente de controles. Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo. Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir.

Nada reemplaza el hecho de ver en persona

En la comunicación, nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona. Algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia. No se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos. La fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios. Los discípulos no escuchaban sólo sus palabras, lo miraban hablar. De hecho, en Él —el Logos encarnado— la Palabra se hizo Rostro, el Dios invisible se dejó ver, oír y tocar, como escribe el propio Juan (cf. 1 Jn 1,1-3). La palabra es eficaz solamente si se “ve”, sólo si te involucra en una experiencia, en un diálogo. Por este motivo el “ven y lo verás” era y es esencial.

Pensemos en cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política. «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda»[2]. Las palabras mordaces del dramaturgo inglés también valen para nuestros comunicadores cristianos. La buena nueva del Evangelio se difundió en el mundo gracias a los encuentros de persona a persona, de corazón a corazón. Hombres y mujeres que aceptaron la misma invitación: “Ven y lo verás”, y quedaron impresionados por el “plus” de humanidad que se transparentaba en su mirada, en la palabra y en los gestos de personas que daban testimonio de Jesucristo. Todos los instrumentos son importantes y aquel gran comunicador que se llamaba Pablo de Tarso hubiera utilizado el correo electrónico y los mensajes de las redes sociales; pero fue su fe, su esperanza y su caridad lo que impresionó a los contemporáneos que lo escucharon predicar y tuvieron la fortuna de pasar tiempo con él, de verlo durante una asamblea o en una charla individual. Verificaban, viéndolo en acción en los lugares en los que se encontraba, lo verdadero y fructuoso que era para la vida el anuncio de salvación del que era portador por la gracia de Dios. Y también allá donde este colaborador de Dios no podía ser encontrado en persona, su modo de vivir en Cristo fue atestiguado por los discípulos que enviaba (cf. 1 Co 4,17).

«En nuestras manos hay libros, en nuestros ojos hechos», afirmaba san Agustín[3] exhortando a encontrar en la realidad el cumplimiento de las profecías presentes en las Sagradas Escrituras. Así, el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús. Desde hace más de dos mil años es una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana. El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son.

Señor, enséñanos a salir de nosotros mismos,
y a encaminarnos hacia la búsqueda de la verdad.

Enséñanos a ir y ver,
enséñanos a escuchar,
a no cultivar prejuicios,
a no sacar conclusiones apresuradas.

Enséñanos a ir allá donde nadie quiere ir,
a tomarnos el tiempo para entender,
a prestar atención a lo esencial,
a no dejarnos distraer por lo superfluo,
a distinguir la apariencia engañosa de la verdad.

Danos la gracia de reconocer tus moradas en el mundo
y la honestidad de contar lo que hemos visto.

Roma, San Juan de Letrán, 23 de enero de 2021, Vigilia de la Memoria de San Francisco de Sales.

Francisco