Entrevista de Matilde Latorre de Silva a Francisco José Prieto, arzobispo de Santiago de Compostela publicada en “El Debate”
Francisco José Prieto saca su lado más humano y agradece que
estas entrevistas presenten a los obispos como son: uno más de la Iglesia
Hacer el camino, entendiendo lo que es el camino. Y la meta está aquí, esa meta que es la tumba del Apóstol Santiago, en el fondo lo que hace el apóstol, es decir, hay una meta mucho más allá, Que es la que muestra un anticipo de la gloria, es una meta de trascendencia, de sentido, un horizonte de vida y de ser en la que el Señor te guarda siempre».
Monseñor Francisco José Prieto Fernández concede una entrevista para El Debate, nombrado por el Papa Francisco el 1 de abril de 2023 arzobispo de Santiago de Compostela. Nació en Ourense el 18 de agosto de 1968. Cursó estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico Divino Maestro de Ourense, centro afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1986-1992) y fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1993.
Es licenciado en Teología Patrística por la Facultad de Teología de la Universidad Gregoriana de Roma (1992-1994) y doctor en Teología Bíblica por la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (2008).
Tomó posesión de la sede el 3 de junio de 2023, sucediendo a Monseñor Julián Barrio Barrio. Es licenciado en Teología Patrística y doctor en Teología Bíblica. En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales y de la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural. Antes de ser arzobispo, fue obispo auxiliar de Santiago de Compostela desde 2021.
Una familia sencilla
Antes de empezar la conversación con El Debate, agradece esta serie de entrevistas que nuestra sección de Religión está haciendo a los obispos españoles, sacando su lado más humano y haciendo que nuestros lectores los conozcan, tal y como son, uno más de la Iglesia.
–¿Cómo fue su infancia, su familia? ¿Cómo se vivía la fe en su casa?
–Mi infancia con mi familia, son recuerdos de un barrio de la ciudad de Ourense, una familia muy sencilla, mi padre funcionario, mi madre, como se decía antes, un tiempo dedicado a sus labores.
Somos dos hermanos en esa familia. Vivimos desde pequeños,
la fe en familia. Yo recuerdo cuantas tardes, noches, rezando el rosario en
familia, lo recuerdo con mucha naturalidad.
Como también recuerdo de una manera muy especial, como en el
barrio en el que vivíamos, participamos en la vida de la parroquia, con lo cual
también eso le daba un tono de vivencia muy significativo, porque era la
familia de casa, y también la familia de la parroquia.
Esa continuidad que tuvimos siempre en la parroquia, nos ha alimentado a mi hermano y a mí. Una vivencia de fe y de manera muy especial. Allí fue mi bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, la trayectoria de iniciación cristiana vivida en familia, y en parroquia.
La JMJ constituye ese momento de encuentro donde nuestros jóvenes se descubren con otros de tantos lugares diversos
–¿Cómo fue su llamada al sacerdocio? ¿Nació en la parroquia?
–Con el paso de los años, dado que el vínculo, con la
parroquia, era muy constante, niño de catequesis, después pasé a ser
monaguillo, grupos parroquiales, estaba muy implicado en la vida de la
parroquia. Y la vocación surge, como sucede en la mayoría de los casos.
El Señor utiliza sus mediaciones y en este caso uno de los sacerdotes jóvenes de la parroquia, que era vicario parroquial, me lo dijo directamente: “Pero que tú nunca te has planteado ser sacerdote y ¿por qué no puedes ser sacerdote? Y ahí quedó. Así que ese planteamiento, esa pregunta, ese interrogante. Dos años más tarde terminé el COU en el Seminario de Ourense. ese tiempo del seminario como discernimiento de vocación, pero con naturalidad y con intimidad, así de sencillo.
–Su época en el seminario, ¿Cómo recuerda esos años?
–Fueron seis años, lo recuerdo de manera muy grata. Son años en los que cuesta un poco la adaptación. Al principio los ritmos cambian, pero se forjan los vínculos de amistad con tus compañeros, con los formadores que te acompañan, vas poco a poco descubriendo cómo la mano de Dios te va acompañando y se va haciendo presente a través de esos momentos claves que vas viviendo a través de los estudios, de las de los momentos de oración personal, comunitaria, celebrativa.
Se establecen los ministerios, pero, sobre todo, hay un
enriquecimiento donde vas viendo, como Dios te va moldeando, te va forjando a
través de las personas que te acompañan, de la presencia de Dios en nuestra
vida. Es una presencia que viene habitualmente mediada por personas y rostros
concretos, por lo cual no tengo palabras agradecidas siempre para mis
compañeros de seminario, para quienes fueron mis superiores formadores durante
esos años, porque gracias a ellos Dios me ha ido moldeando y nos sigue
moldeando a lo largo de los años.
Profesor
–Y sus primeros años de sacerdote diocesano, ¿Fueron también en Ourense?
–Los primeros años, inicialmente como diácono, hice estudios
en Roma, el obispo en aquel momento el obispo don José Reboredo, ya fallecido,
me mandó a estudiar Teología Patrística, a la Universidad Gregoriana de Roma,
Esos primeros años fueron allí, pero después, regresé a la diócesis, para
ordenarme con mis compañeros de curso, aprovechando un verano romano de
descanso.
Esos primeros años de sacerdote, comienzas a conocer la vida de tu diócesis en su dimensión parroquial, en su realidad diocesana. Me nombraron vicario parroquial, al poco tiempo y estuve en una parroquia al norte, la ciudad de Orense, la parroquia de Santa Teresita, con vicario parroquial.
La JMJ ha despertado vocaciones a la vida consagrada, a la vida matrimonial y a la vida sacerdotal
El gran cambio
–Santiago de Compostela no le pilla nuevo, primero de obispo auxiliar y ahora como arzobispo. ¿Hay un cambio grande?
Sobre todo, constituye ese momento de encuentro donde nuestros jóvenes se descubren con otros jóvenes de tantos lugares diversos, pero que hay una comunión de fe y de vida. Yo creo que también son muy fructíferas cuando se sitúan en un itinerario de vida cristiana, un itinerario catecumenal, de tal manera que llegan a estas jornadas después de haber vivido sus realidades parroquiales, o los que son de distintos pensamientos o carismas, pero con un recorrido hecho de tal manera que esto constituye como un encuentro que revitaliza, que te hace vivir una comunión ordinaria, única, una gran riqueza humana y espiritual y eclesial.
Después debe tener una continuidad, de tal manera que, desde
estas jornadas, luego animados, descubran su vida cristiana, el sentido de su
vida vivida como vocación.
Porque la Jornada Mundial de la Juventud ha despertado
vocaciones a la vida consagrada, a la vida matrimonial, a la vida sacerdotal.
Yo creo que, si nuestros jóvenes llegan a estas jornadas y después de ellas lo
viven en un itinerario de vida cristiana, en comunidad o identidad, y como
referencia, sobre todo, se llega a despertar el sentido de la vida cristiana
con una vida vocacional llamada porque no estas por casualidad, sino porque yo
estoy porque El Señor me ha puesto allí.
Hacer el camino, entendiendo lo que es el camino. Y la meta
está aquí, esa meta que es la tumba del Apóstol Santiago, en el fondo lo que hace
el apóstol, es decir, hay una meta mucho más allá, Que es la que muestra un
anticipo de la gloria, es una meta de trascendencia, de sentido, un horizonte
de vida y de ser en la que el Señor te guarda siempre.