domingo, 5 de junio de 2022

Solemnidade de Pentecostes

5 de junio de 2022. Solemnidad de Pentecostés

"Pentecostés… con nuestras fatigas e incoherencias nos infunde aires nuevos y bríos nuevos, ganas e ilusión, compañía y fortaleza, honestidad y transparencia, vitalidad y ansias de conquistas para Dios"

EL ESPÍRITU SANTO OS LO ENSEÑARÁ TODO

Pentecostés es día en que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles. La venida del Espíritu Santo tuvo lugar el quincuagésimo día después de la resurrección de Jesucristo. Fue cuando el Padre envió al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora.

«Si alguien tiene el Espíritu de Jesús, realiza los mismos gestos de Jesús». En el calendario cristiano con Pentecostés se termina el tiempo pascual de 50 días. Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.

La FIESTA DE PENTECOSTÉS es el segundo domingo más importante del año litúrgico, después de la Pascua. Los cristianos tienen la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la resurrección de Cristo, su ascensión y la venida del Espíritu Santo.
 

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed bienvenidos, hermanos y amigos. Os deseamos paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia católica celebra este domingo la solemnidad de la Ascensión del Señor, el retorno de Jesús al Padre. Antes de ascender Jesús vuelve a prometer que enviará su Espíritu Santo. Después, bendice a sus discípulos y sube a la gloria del Padre iniciando su ministerio de intercesor. A partir de entonces los discípulos ya no verán a Jesús… pero los demás deben ver a Jesús en ellos y a través de ellos. A partir de la Ascensión, esa es nuestra misión: ser transparencia de Cristo, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. Seguros de la presencia del resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo nuestra acción de gracias.
 

TEXTO DEL EVANGELIO (JUAN 20, 19-23)

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
 

REFLEXIÓN: "PENTECOSTÑES: UNA IGLESIA EN MARCHA", POR JAVIER LEOZ

1.- Podemos pensar que aquellos hombres a los que el Resucitado enviaba por aquellos mundos de Dios... eran distintos a nosotros. Podemos pensar que todos, sin excepción, vestían el traje de la perfección Podemos pensar que, al ser tan tocados y elegidos por Dios, no había ventana abierta para la duda ni para la desesperanza, para el pecado o la deserción. Podemos pensar eso y llegar a equivocarnos con esa imagen idílica de lo que fueron y, tal vez, en algo no lo fueron tanto. Uno, cuando entra en la Palabra de Dios, concluye que aquellos sobre los que el Espíritu descendía en aquel primer Pentecostés, estaban tan traspasados de dudas como actualmente lo podemos estar nosotros. Tan llenos de miserias como de contradicciones está poblada nuestra misma vida. Tan condicionados por las debilidades como nosotros inmersos y atacados por el vacío espiritual que lo invade todo y lo penetra todo. 2000 años después de aquel tiempo inaugurado por el Espíritu Santo, el tiempo de la Iglesia, seguimos con las mismas luchas y con los mismos condicionantes para vivir como testigos del Resucitado.

2.- Unos quieren vivir esa experiencia al margen de la Iglesia. La ven como algo desfasado y cerrada en sí misma. Como que, hace tiempo, que dejó de escuchar la voz del Espíritu que le llama a la renovación personal y comunitaria. Otros, aun siendo conscientes de sus limitaciones y traiciones al espíritu del Evangelio, la queremos porque sabemos que si la Iglesia fuese perfecta y santa al cien por cien… no tendríamos cabida en ella y, porque la sentimos tan nuestra, trabajamos, ponemos la crucecita en nuestra declaración de la renta, formamos parte diferentes grupos, movimiento o nos desvivimos hasta la muerte por lo que es grande en ella: JESUCRISTO.

3.- Hoy, en Pentecostés, damos gracias a Dios por esta gran casa en la que todos tenemos un sitio y algo que ofrecer y realizar: LA IGLESIA.

- Una iglesia que se hace fuerte e irrompible cuando siente y se agarra a la comunión de hermanos en la misma fe y unidos por la misma esperanza

- Una iglesia que se lanza al futuro sin miedo alguno sabiendo que lleva entre manos la mayor riqueza que el mundo puede esperar: EL EVANGELIO.

- Una iglesia que habla sin tapujos, sin vergüenza y que, precisamente por ello, su mensaje provocará chispas cuando puede más la sin razón que el sentido común, la banalidad de las cosas que la dignidad humana, el personalismo más que lo comunitario, el cosmos mas que el propio hombre.

- Una iglesia a la que no le importa mirar de reojo, pero con afán de superación, a los orígenes de su nacimiento. En aquel alumbramiento la comunión de bienes y el perdón, la fraternidad y la alegría, la valentía y la audacia para presentar a Jesucristo….rompieron esquemas y tradiciones, corazones y modos de vida.

- Unos hombres y mujeres que llamaban la atención y que fueron formando esa gran familia que ha llegado hasta nuestros días. ¿Por qué hoy nuestra iglesia brilla más por el esplendor de su riqueza artística que por el estilo de vida que muchos cristianos no llevamos dentro de ella?

4.- Pentecostés… a los cincuenta días, es un soplo que nos viene bien para lanzarnos como iglesia a la conquista de ese mundo tan duro para entender y comprender, vivir y amar las cosas de Dios. Pentecostés…con todo lo que la Iglesia ha sido y es, supone un abrir de par en par la creatividad de todo creyente para que el mensaje de salvación de Jesucristo no quede clavado en las cuatro paredes de una sacristía o adornando la belleza de un templo. Pentecostés… con nuestras fatigas e incoherencias nos infunde aires nuevos y bríos nuevos, ganas e ilusión, compañía y fortaleza, honestidad y transparencia, vitalidad y ansias de conquistas para Dios.
 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Hermanos, dejémonos conducir por el espíritu de Dios y pidamos con confianza por nuestras necesidades. A cada intención respondemos: "Escúchanos, Señor".

1. Por la Iglesia, comunidad de creyentes reunidos por el Espíritu Santo, para que fortalecida y conducida por el mismo Espíritu sea un signo para el mundo del Dios bueno y providente. Oremos.

2. Por nuestro obispo Fernado, para que en su ministerio pastoral resplandezca el amor de Dios que busca la unidad de todos los creyentes. Oremos.

3. Por nuestros gobernantes, para que, dejándose guiar por el Espíritu Santo, encuentren soluciones justas y equitativas a las dificultadas por las que atraviesa nuestra sociedad. Oremos.

4. Por quienes se unen a la cruz de Jesús, por medio del sufrimiento o el dolor, para que el Espíritu de Dios que mantuvo de pie junto a la cruz a María Santísima, colme sus corazones y haga descubrir el sentido de su dolor. Oremos.

5. Por nosotros, para que renovados por el Espíritu Santo nos abramos a la obra nueva que él quiera realizar en nosotros mismos y así podamos ser espejos vivientes de Cristo. Oremos._
 

ORACIÓN

VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO
Vivir según el Espíritu Santo, es difícil.
Vivir con el Espíritu Santo, no lo es tanto.
Es bueno pensar que,
él nos acompaña aunque no nos demos cuenta;
nos habla, aunque no lo escuchemos; nos conduce,
aunque acabemos eligiendo el camino contrario;
nos transforma, aunque pensemos que, todo, es obra nuestra.

VIVIR PENTECOSTES
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir
la gran familia de la Iglesia es orar a Dios,
para sacar de cada uno lo mejor de nosotros mismos
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”
es comer la eucaristía, y sentir el milagro de la presencia real de Cristo es rezar,
y palpar –con escalofríos- el rostro de un Dios que nos ama.

¡PENTECOSTES ES EL DIOS INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que nos llame a su presencia.
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones.
El Dios que nos levanta, cuando caemos.
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos.
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de él.


¡PENTECOSTES ES EL DIOS DE LA BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio.
El Dios que nos indica con su consejo.
El Dios que nos alza con su fortaleza.
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría.
El Dios que nos hace felices con su entendimiento.
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor.
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad.
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia.
Pentecostés, entre otras cosas, es valorar, vivir,
comprender y estar orgullosos de todo lo que nos prometió Jesús de Nazaret.
¿Cómo? Dejándonos guiar por su Espíritu.

 

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