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A revista ECCLESIA publica un interesante un
editorial sobre a clase de relixión, que queremos compartir cos lectores.
“En las últimas semanas, numerosos obispos de
las diócesis españolas han dedicado su habitual carta semanal a la clase de
Religión Católica, invitando, en concreto, a los padres a que ejerzan su
derecho y apunten a sus hijos a esta asignatura. Dependiendo de comunidades
autónomas, los plazos de matriculación para el próximo curso expiran con los
últimos días de junio o los primeros de julio, según niveles educativos. La legislación
vigente española establece el deber de los centros educativos a ofertar esta
asignatura —con sus otras variables confesionales y su alternativa— y la
libertad de los padres para decidir al respecto.
El 63,5% de los alumnos (ECCLESIA, número
3.772, página 9) cursaron esta materia escolar este último año. Y ello a pesar
de tantas trabas y de la marginación objetiva —horarios, horas lectivas,
desconsideración a la materia y a sus mismos docentes, climas de opinión...-
que experimenta, incluso cada vez más, el tratamiento concreto de la
asignatura.
¿Cuáles son las razones para apoyar la clase
de Religión? La primera es porque se trata del ejercicio de un derecho, no de
acogerse a una concesión gratuita o un privilegio obsoleto y discriminatorio.
Todo lo contrario: lo discriminatorio, lo sectario, lo antidemocrático, lo
ran-cio, obsoleto e injusto es la campaña sistemática contra esta asignatura.
Ofertar la dase de Religión no es ningún atentado a la laicidad o
aconfesionalidad del Estado. Y sí que lo es la negación práctica, vía
denigración, vía cercamiento, vía acoso, del derecho del padres a educar a sus
hijos según sus convicciones morales y religiosas, tal y como lo sancionan la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (articulo 26, 2 y 3) y la vigente
Constitu-ción española (artículo 27, 3).
La clase de Religión —de la religión que sea—
no va contra nadie, ni contra nada. Ni excluye tampoco el derecho de quienes no
quieran acudir a ella. La clase de Religión, en cualquier caso, educa en la
convivencia, el respeto, la justicia, y la solidaridad, en valores auténticos e
imperecederos y en la responsabilidad ética y moral. Potencia el valor del
trabajo, del orden y de la educación en calidad.
La dase de Religión presenta la figura del
personaje más fascinante de la historia, del «autor» de la mayor y más fecunda
y duradera de las revoluciones: Jesucristo. El progreso, la libertad, la
solidaridad, el desarrollo integral y los derechos humanos han crecido y crecen
más y mejor en el mundo y en la historia y el presente de la humanidad allí
donde el mensaje de Jesucristo ha tenido y tiene mayor acogida.
La clase de Religión Católica ayuda a
descubrir la verdad del hombre y el sentido de la vida; valora el alcance de la
dimensión transcendente y religiosa de la persona; apuesta por la dignidad
humana y el respeto a lo diverso y a lo plural; apoya y aúna libertad y
responsabilidad; defiende, fundamenta y promueve el conocimiento y el diálogo
entre diversas religiosas y tradiciones culturales.
En un país como España, tan inmensamente rico
en patrimonio cultural y artístico, la clase de Religión Católica es
indispensable para la comprensión de nuestra historia, arte y tradiciones. Como
han escrito recientemente los obispos de la provincia eclesiástica de Madrid, «las
fiestas religiosas y patronales, las catedrales, el camino de Santiago, el arte
y la literatura de nuestro país... tantas y tantas expresiones culturales,
artísticas y sociales, presentes en nuestra vida cotidiana, no pueden ser
entendidas y valoradas adecuadamente sin tener en cuenta sus raíces
cristianas». Y a todo ello ayuda y sirve la clase de Religión.
Si la educación ha de estar siempre abierta a
la vida y a las vidas presentes y futuras de los alumnos, la dase de Religión
enseña contenidos, realidades y valores cargados de fuerza transversal e
interdisciplinar. Es, por decirlo de otro modo, una siembra, una semilla para
la entera existencia humana y para afrontar las distintas vicisitudes, no
siempre fáciles, de esta.
Y, sin embargo, de todos es sabido que se
ridiculiza, cuestiona y obstaculiza esta asignatura. ¿Por qué? En otra reciente
carta semanal, el obispo de Guadix se pregunta: «A quién estorba la Religión en
la escuela? ¿Es un problema ideológico? En ese caso, ¿por qué no respetar las
ideas del otro?, ¿acaso los padres creyentes son menos contribuyentes que los
que no los son?».